JERUSALÉN.- El parlamento de Israel aprobó una ley que exige una supermayoría para ceder el control de cualquier parte de Jerusalén, una medida que podría dificultar la división de la ciudad como parte de un plan de paz.
La norma impide que el Gobierno ceda la soberanía israelí de cualquier parte de Jerusalén sin la aprobación de al menos 80 de los 120 diputados de la cámara. La propia ley en sí puede ser derogada con una mayoría simple, lo que la convierte en un texto en gran medida simbólico.
El Knéset aprobó la iniciativa en medio de crecientes tensiones después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció a Jerusalén como la capital de Israel.
La declaración de Trump el mes pasado enojó a los palestinos, que quieren que Jerusalén este sea la capital de su futuro estado. La mayor parte de la comunidad internacional no reconoce la soberanía de Israel sobre esa parte de la ciudad, que fue tomada en la guerra de 1967.
La nueva ley además le permite al gobierno cambiar la jurisdicción de vecindario palestinos en la periferia de la ciudad, una medida apoyada por los sectores nacionalistas a fin de asegurar la mayoría judía de Jerusalén. Los barrios palestinos quedarían adscritos a otras municipalidades bajo control israelí.
La ley fue aprobada con 64 votos a favor y 52 en contra. Los opositores la denunciaron como un intento de hacer más difíciles las gestiones de paz con los palestinos.
El presidente palestino Mahmoud Abbas tildó la ley de "el equivalente a una declaración de guerra contra el pueblo palestino".
"Esta votación demuestra claramente que Israel considera muerto el llamado proceso político y ha comenzado a imponer políticas dictatoriales", dijo el despacho de Abbas en un comunicado.
La nueva ley surge pocos días después de que el comité central del gobernante partido Likud llamó a que sean anexados los asentamientos judíos en la Margen Occidental.
Esa decisión fue meramente simbólica pero refleja la opinión imperante en el partido del primer ministro Benjamin Netanyahu, que se opone a la iniciativa internacional de crear dos estadios en ese territorio.
Los palestinos condenaron esa declaración y acusan al gobierno estadounidense del presidente Donald Trump de estar envalentonando al Likud.