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Petro, el 'exguerrillero progresista' que busca la Presidencia de Colombia

El exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se ha convertido en un ídolo de multidudes, cuyos planes asustan a inversionistas y son señalados por la idea de que provocarán colapso y crisis.

BOGOTÁ. Gustavo Petro, un exalcalde y exguerrillero transformado en un ídolo de multitudes, busca ser el primer presidente izquierdista de Colombia para convertir sus humildes comienzos y su pasado revolucionario en un movimiento que ha atraído a millones de jóvenes y pobres en la nación sudamericana.

El economista de 58 años, candidato de la coalición Colombia Humana, irá a una segunda vuelta el 17 de junio con el derechista Iván Duque para definir el reemplazo del presidente Juan Manuel Santos.

En las próximas tres semanas deberá trabajar fuerte para lograr las alianzas políticas que necesita para reducir los más de 14 puntos que lo separaron del líder en la primera vuelta del domingo, Iván Duque, quien obtuvo más de 39 por ciento de los votos.

El fuerte respaldo de Petro en las urnas preocupa a muchos en el país de 50 millones de habitantes, tradicionalmente conservador e históricamente gobernado por líderes de centro derecha o de derecha.

Conocido por sus apasionados discursos en el Congreso contra la corrupción y los grupos paramilitares, Petro dice que su despertar político empezó en 1967 cuando vio a su padre llorar viendo una fotografía del cuerpo del revolucionario argentino Ernesto "Che" Guevara.

Petro relata que se sintió conmovido por el asesinato del entonces presidente socialista de Chile Salvador Allende. Fue entonces cuando se comprometió a luchar contra la "oligarquía" que, según él, se enriqueció a costa de los pobres excluidos de las decisiones, la riqueza y el progreso.

"La política dinámica del Siglo XXI es entre partidarios de la política de la vida y partidarios de la política de la muerte", dijo en una entrevista con Reuters en la que aseguró que sus propuestas son de vida, cambio y transformación.

Sus innovadores planes asustan a inversionistas que temen que su idea de combatir la pobreza signifique convertir a Colombia en otra Venezuela.

Sus innovadores planes de cambiar el modelo económico subiendo los impuestos a los dueños de grandes extensiones de tierras improductivas y de alejarse de la dependencia económica del petróleo y del carbón para dar paso a energías limpias, asustan a inversionistas que temen que su idea de combatir la pobreza signifique convertir a Colombia en otra Venezuela.

"Petro representa un proyecto claramente populista. Se presenta como un enemigo de las elites y ha elaborado un discurso mesiánico y anti-liberal que promete una especie de "revolución" tanto en lo político como en lo económico", dijo Andrés Molano, director del Instituto de Ciencias Políticas Hernán Echavarría Olózaga.

En su infancia leyó biografías políticas y después obras de Karl Marx y de Federico Engels, lo que provocó la ira de sus profesores católicos cuando estudiaba en un colegio público y se destacaba por su buen rendimiento académico que le permitió cursar becado su carrera de economía en una universidad privada.

La sombra del pasado

Aunque nunca fue un combatiente, lo persiguen sus años de militancia en el desaparecido grupo guerrillero M-19, que asaltó en 1985 el Palacio de Justicia en el centro de Bogotá en un ataque que dejó casi un centenar de muertos.

El pasado violento del grupo rebelde se ha convertido en un fantasma con el que carga a cuestas y es usado por sus contradictores para atacarlo. Fue arrestado en 1985 por el Ejército en posesión de armas y estuvo en una cárcel 18 meses, en los que asegura fue torturado por los militares.

La elección de Petro en 2011 como alcalde de Bogotá, el segundo cargo más importante de Colombia después de la presidencia, se vio como una prueba de que la política era el camino a seguir por movimientos guerrilleros como las FARC, que finalmente se desmovilizaron y formaron un partido político.

En 2010 ocupó el cuarto lugar en la elección presidencial con 1.3 millones de votos, menos de la mitad de los que obtuvo en la consulta de marzo, en la que ganó su candidatura.

Su eventual victoria podría ayudar a asegurar el frágil proceso de paz, que puso fin a cinco décadas de conflicto armado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero que enfureció a millones que se oponen a que excomandantes rebeldes ocupen cargos políticos en lugar de ir a cárceles a pagar por sus crímenes.

A medida que el país avanza en la consolidación de la paz, Petro promete que la cuarta economía de América Latina será inclusiva, con un sistema de banca pública que garantice crédito a bajo costo a pequeños y medianos empresarios, además de un sistema gratuito y universal de acceso a la educación terciaria.

Pero hacer realidad esas propuestas sería difícil con una economía débil, una nueva generación de grupos ilegales armados dedicados al narcotráfico y miles de inmigrantes venezolanos buscando empleo, salud y educación.

Los críticos dicen que sus ideas son sorprendentemente similares a los primeros días del gobierno del difunto líder socialista venezolano Hugo Chávez.

Petro niega que su propuesta de reforma agraria signifique expropiación. Y aunque le sería difícil impulsar reformas a través del Congreso, en el que su partido ganó apenas seis de 280 curules en las elecciones legislativas, dijo que buscará alianzas con el centro, la izquierda y movimientos minoritarios o promovería un cambio a través de una asamblea constituyente.

Padre de seis hijos, es un lector obstinado, amante de la cumbia tropical, usa una gafas y una pulsera con un crucifijo en la mano derecha. Calza zapatos de marca y ha sido criticado por vivir en una lujosa casa en las afueras de Bogotá.

"¿Por ser de izquierda tengo que usar alpargatas?", replicó recientemente.

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