Atravesaron montañas y diversos puntos militares para encontrar a los refugiados sirios en Líbano, una musulmana, un español y un budista cargaron la cámara y el micro al hombro y se internaron en las fronteras entre un pequeño país que se sostiene con alfileres y otro que ha sido arrasado por la guerra.
"Nadie quiere abrirnos sus puertas", fueron algunas de las primeras palabras que escucharon en un campamento que parece estar encerrado en el olvido. Entre maltrechas tiendas de campaña, láminas, plásticos y piedras bajo sus pies, estos refugiados, en su mayoría mujeres y huérfanos, viven su día a día en la frontera de Líbano soñando con algún día poder volver a Siria.
Con el objetivo de dar voz a las minorías de Oriente, el lente de la fotoperiodista Samira Oulaillah de Islam Channel, retrata este drama sociopolítico en los documentales de The Souls of Syria y Meeting the people of Syria.
Estas sencillas cintas narran los testimonios y diferentes experiencias de algunos sirios, que abandonaron su país hace ya algunos años, y emigraron a la nación vecina de Líbano luego de que la guerra estallara y los convirtiera en desplazados.
"Es un trabajo realmente simbólico en el que confluyeron diferentes ideologías, las cuales también enriquecieron los audiovisuales", señala Oulaillah en entrevista para El Financiero.
"La realidad es que Líbano es un país muy pequeño y con bajas condiciones económicas, sin embargo abrió sus puertas para los refugiados y busca apoyarles", detalla.
El equipo de Islam Channel recorrió la frontera norte de Líbano para visitar los campamentos de Arsal, en donde se encuentran 80 mil refugiados, el de Akkar, con 70 mil refugiados y el de Ketermaya, en donde viven 250 sirios.
La postura del gobierno libanés, si bien es solidaria y desde hace ocho años les dio la bienvenida para ocupar su territorio, ahora enfrenta una nueva crisis social: la migratoria.
"Las condiciones bajo las que viven (los sirios) son realmente malas, viven en pobreza, hay muchos huérfanos que perdieron a sus padres durante la guerra (...) Lo perdieron todo", sostiene la también profesora franco-marroquí.
Las familias comparten su cotidianidad en un solo espacio, "hay escasez de agua, sufren de los climas extremos y de las enfermedades al pasar el tiempo".
Respecto a los niños y su educación, Samira relata que no existe una escolarización completa, ya que no hay lugares suficientes para matricular a todos los refugiados en las escuelas libanesas, las cuales cuentan con recursos limitados.
En su nuevo entorno, los refugiados utilizan tanto la moneda local (LBP) como el dólar. "Mientras las familias libanesas deben vivir con menos de mil dólares al mes, las sirias deben ajustarse a vivir con menos de 100 dólares (dos mil pesos)", afirma Samira.
Ante este panorama, la realizadora señala que de la mano de la organización británica UK Islamic Mission (UKIM) y de la organización local ACA, se han impulsado programas de asistencia y ayuda.
Durante los últimos tres años, los refugiados han recibido el apoyo de UKIM, que ha destinado poco más de 700 mil euros (16 millones 800 mil pesos) para brindar apoyo médico y psicológico, y atender otras áreas como la educación, el servicio de agua potable, la alimentación, la creación de albergues y la capacitación vocacional.
Las organizaciones se dedican también a realizar workshops para enseñar y empoderar, especialmente a las mujeres, a través de diferentes actividades, desde la agricultura hasta la confección de ropa para poder desarrollar una economía autosustentable.
"Este proyecto no fue fácil para mí, mi lado humano era muy vulnerable al ver a las personas llorar, pero mi lado periodístico me impulsó a seguir. Admiro que los refugiados tienen mucha dignidad pese a su sufrimiento; ellos están luchando, son valientes", concluye Oulaillah.