Los funcionarios de la Casa Blanca están en gran medida resignados a perder el control republicano de la Cámara baja estadounidense y se preparan para un éxodo de empleados preocupados por un torrente de citaciones de investigadores demócratas en el Congreso.
El equipo del presidente Donald Trump continúa viendo, pese a todo, un posible camino a la victoria, pero se ha dejado de hablar de una 'ola roja', dijeron asesores de dentro y fuera de la Casa Blanca. El mandatario la mencionó en público por última vez en agosto.
El ánimo que rodea al presidente se ha ensombrecido dado que muchos rivales siguen superando a candidatos republicanos experimentados y el entusiasmo demócrata es superior al del Partido Republicano.
Bill Stepien, director de asuntos políticos de la Casa Blanca, ya está sentando las bases para alejar la responsabilidad de Trump si el partido perdiera la Cámara. Sostuvo en una circular interna a la que tuvo acceso Bloomberg que vientos históricos adversos, una ola de alejamientos de candidatos y una fuerte recaudación de fondos por parte de los rivales demócratas han trabado al Partido Republicano.
Trump tomó nota de la disparidad en la captación de fondos y en privado se queja de que los candidatos republicanos no se han esforzado lo suficiente por recaudar, explicó un colaborador.
El presidente, de todos modos, está decidido a luchar hasta el final y planea llevar a cabo 10 actos en ocho estados en el último tramo de la campaña.
Su equipo espera obtener una o dos bancas en el Senado, donde este año el mapa electoral es favorable a los republicanos y proyecta hacer hincapié en su importancia para continuar las designaciones judiciales conservadoras, comentó una persona al tanto de la estrategia de comunicación de la Casa Blanca. Stepien fijó objetivos más modestos, declarando en su circular que "no perder bancas en el Senado" sería "una victoria de proporciones históricas".
En la Cámara de Representantes, Trump lucha por salvar bancas que en otro momento se habrían considerado seguras. El sábado, esto significó emplear tiempo valioso 10 días antes de la elección para volar al sur de Illinois a un acto político con el fin de brindar apoyo al representante Mike Bost, que enfrenta dificultades contra un rival demócrata en un distrito que Trump ganó por 15 puntos porcentuales en 2016.
Los colaboradores de la Casa Blanca son penosamente conscientes de lo que significaría una Cámara demócrata: dos años de citaciones, investigaciones y obstrucción. Para el personal agotado a esta altura por las crisis perpetuas de estos dos últimos años, el período postelectoral representará una vía de salida natural.
"¿Cómo van a poder reemplazar personal por individuos de primer nivel sabiendo que serán citados? A quienes acepten les conviene ser ricos porque tendrán que pagarse un abogado", dijo Steve Bannon, exasesor de la Casa Blanca que se vio obligado a contratar su propio abogado para responder a las indagaciones sobre el tiempo que pasó en el Gobierno.
"Todo esto es una guerra psicológica y afectará la posibilidad de atraer gente capaz".