Los comicios del pasado 1 de julio transformaron el panorama político del país y, como se apuntó en este espacio, registraron un aumento en la confianza electoral de los mexicanos. Sin embargo, las recientes elecciones no han tenido hasta ahora un impacto positivo en las actitudes hacia la democracia.
Así lo sugieren algunos indicadores de la encuesta CNEP 2018, el Proyecto Comparativo de Elecciones Nacionales, un estudio internacional realizado por tercera ocasión en México después de una elección presidencial.
Veamos, por ejemplo, las posturas de acuerdo o desacuerdo que expresan los mexicanos ante la afirmación de que "la democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno". Este indicador es conocido en varios estudios internacionales como el apoyo churchiliano a la democracia, por aquella célebre frase de Churchill de que la democracia es el peor sistema de gobierno excepto por todos los demás. Según la encuesta CNEP realizada en México el mes pasado, el 68 por ciento de los entrevistados está de acuerdo.
En 2012, el apoyo churchiliano a la democracia era 71 por ciento, mientras que en 2006 alcanzaba el 80 por ciento. Según estos datos, el apoyo a la democracia se ha reducido, confirmando lo que ya han mostrado otros estudios como el Latinobarómetro: una tendencia a la baja. Hay que recordar que el CNEP hace sus mediciones justo después de los comicios, por lo que retratan el ánimo bajo el contexto de los resultados electorales y con las campañas aún frescas. A pesar de su significado político, las elecciones de este 2018 no revirtieron la caída en el apoyo democrático; si acaso, sólo detuvieron su aceleramiento.
Así podríamos decirlo si consideramos otro indicador clásico de apoyo a la democracia, en el cual ésta se pondera contra otras formas de gobierno. A los entrevistados se les preguntó cuál de las siguientes frases refleja más su propia opinión: 1) "La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno"; 2) "En algunas circunstancias, un régimen autoritario, una dictadura, es preferible a la democracia"; y 3) "A la gente como uno, da lo mismo un régimen u otro".
El apoyo a la democracia (elegir la opción 1) registró en este 2018 un 53 por ciento, mientras que en 2012 era 54 por ciento y en 2006 de 65 por ciento. Lo dicho, la tendencia a la baja no se revierte, solamente se reduce la magnitud de la caída. En contraste, el apoyo a las opciones autoritarias era de 9 por ciento en 2006, subió a 13 por ciento en 2012 y en este 2018 se registra 15 por ciento. Se trata de una minoría, pero el apoyo al autoritarismo ha crecido.
Las elecciones de 2018 no sólo no tuvieron un impacto positivo en el apoyo democrático, sino tampoco en el nivel de satisfacción ciudadana con la democracia. Según el estudio CNEP, el 25 por ciento de los mexicanos dijo estar muy o algo satisfecho con el funcionamiento de la democracia luego de los comicios. En 2012, se registró 29 por ciento y en 2006 el 56 por ciento. La satisfacción con la democracia, al igual que el apoyo a esa forma de gobierno, va a la baja.
Recuerdo que en los años noventa y ya entrado el nuevo siglo, las elecciones provocaban un mayor entusiasmo, acaso una ilusión, con la democracia, y este tipo de indicadores de apoyo y satisfacción mejoraban luego de los procesos electorales. Parece que ya no es el caso. El combustible electoral que echaba a andar el ánimo democrático en nuestro país parece exhausto. Esto significa que la democracia requiere otros motivadores, acaso las acciones de gobierno.
Esperarlo así significa admitir que los gobiernos anteriores han sido en buena medida responsables del deterioro del apoyo y la satisfacción con la democracia. Veremos si en este nuevo episodio de desarrollo político en México, las acciones del gobierno entrante pueden vigorizar el ánimo democrático.