El electorado mexicano es muy diverso, pero tanto en la práctica periodística como en la estrategia de campaña, los electores suelen clasificarse en categorías para entenderlos mejor. La taxonomía del elector puede llegar a ser muy compleja, identificando micropúblicos muy específicos. No obstante, hay tres grandes grupos que prevalecen en la sabiduría popular: los leales, los cambiantes y los indecisos. Revisemos.
Los leales son el voto duro, los electores fuertemente guiados por un sentido de partidismo, de tradición y de costumbre. Los leales llevan puesta la camiseta, sienten los colores y los sufren. Los leales celebran con euforia los triunfos, y son los que aplauden las declaraciones y las acciones de sus candidatos y partidos, por descabelladas que parezcan. Los leales se involucran, sudan y están ahí, para el partido y sus candidatos. De vez en vez son el instrumento de persuasión de persona a persona.
En la encuesta nacional de EL FINANCIERO, que se realizó en febrero pasado, los leales representan 36 por ciento del electorado, según su autoclasificación, en la siguiente pregunta: "De las siguientes categorías, ¿cómo se describiría a sí mismo? 1) Soy un votante leal, suelo votar por el mismo partido; 2) soy un votante cambiante, a veces voto un partido y a veces otro; 3) soy un votante indeciso, me es difícil elegir una opción".
Si los leales representan la base de apoyo de los partidos y le dan certeza a sus candidatos, los cambiantes alteran la ecuación y hacen de las elecciones eventos inciertos. Por su naturaleza, los cambiantes no sienten compromiso, prueban opciones, se columpian de un lado a otro del espectro, y obligan a los candidatos a salirse de sus áreas de confort. Los cambiantes castigan, sopesan segundas opciones y al manifestar una intención de voto generan expectativas que pueden no cumplirse. Los cambiantes son la principal causa de la volatilidad de preferencias, el dolor de cabeza de las campañas y el 'coco' de los encuestadores. La mayoría son apartidistas, pero también hay partidistas cambiantes.
Según la encuesta nacional mencionada, los cambiantes representan 40 por ciento del electorado. Es un grupo ligeramente más nutrido que los leales. Si a los leales hay que animarlos, a los cambiantes hay que persuadirlos, y aun así no queda nada escrito sobre piedra. Los cambiantes, valga la redundancia, son alterables, y lo que suceda en las campañas puede tener un impacto hasta el final, hasta el mismo día de los comicios.
Y luego están los indecisos. Esta categoría no es sólo un remanente de las otras dos, tiene su naturaleza propia. A los leales les interesa la política, a los cambiantes un poco menos, pero a los indecisos casi no les llama la atención. Su indecisión es reflejo de su indiferencia. Se cree que los indecisos son la gran fuerza que de último momento va a cambiarlo todo, pero en realidad los indecisos son los más apáticos y nada garantiza que en algún momento se decidan por alguien o que quieran ir a votar. Como dice la pregunta, a los indecisos les cuesta trabajo elegir, en buena medida porque no les interesa hacerlo.
De acuerdo con la última encuesta nacional, los indecisos representan 17 por ciento del electorado. Al comparar los perfiles de estos tres grupos, con todas sus diferencias, los indecisos y los leales tienen algo en común: ambos son más numerosos entre los segmentos de baja escolaridad. En contraste, los cambiantes son más probables de tener mayores niveles de estudios.
Por otro lado, los indecisos y los cambiantes, a diferencia de los leales, son usuarios más asiduos de las redes sociales, por lo que los contenidos de Facebook, YouTube o WhatsApp son parte de su acercamiento a la política. Dejo aquí esta taxonomía electoral, esperando desagregarla un poco más en otra ocasión.