Desde San Lázaro

Adelante con el nuevo aeropuerto

El autor muestra las similitudes que hay con la construcción del nuevo aeropuerto y en su momento con la nucleoeléctrica de Laguna Verde; al final, México debe garantizar la certidumbre jurídica.

Corría 1987, año en que la discusión sobre la viabilidad de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde estaba en su apogeo, ya que algunos sectores de la población, azuzados más por rumores esparcidos por "ambientalistas" que por hechos y evidencias, estaban atemorizados de que hubiera un accidente de proporciones mayúsculas, y con ello el escape de radiación que pudiera afectar a Veracruz y estados aledaños.

Ante ese entorno fue llamado a comparecer a la Cámara de Diputados el director general de la Comisión Federal de Electricidad, el ingeniero Don Fernando Hiriart, extraordinario mexicano que le dio lustre a la ingeniería mexicana y al servicio público, ya que para propios y extraños era el prototipo del funcionario probo y enormemente capaz.

En la víspera reunió a un grupo de cercanos colaboradores, entre ellos, por supuesto, a Juan Eibenschutz, y nos preguntó si estábamos inquietos por la comparecencia. Luego de escuchar las opiniones de todos en ese sentido, Don Fernando aspiró una gran bocanada de su cigarrillo sin filtro, al tiempo de esbozar una sonrisa maliciosa y enigmática, se acomodó los anteojos y nos dijo: "No se preocupen, la planta de Laguna Verde está casi terminada, sólo faltan algunas pruebas de los reactores, después 15 años de construcción, 40 de su planeación y una inversión extraordinaria que ha hecho el gobierno mexicano para garantizar que no falte el suministro eléctrico para los próximos 30 años, no se puede detener por desinformación u otro tipo de intereses". Dicho lo anterior, abordó su vehículo y se trasladó a la Cámara baja. Sobra decir que nadie de los diputados que participaron en la comparecencia tenían siquiera los conocimientos técnicos y operativos y mucho menos sabían de todas las medidas recurrentes de seguridad que tiene una planta nucleoeléctrica.

Don Fernando Hiriart no sólo salió bien librado de esa prueba, sino que meses después la inauguraba el presidente Carlos Salinas de Gortari.

Salta esta anécdota a la palestra por la postura que se ha fijado en torno a la construcción del nuevo aeropuerto, en el cual ya se lleva un avance significativo y a su conclusión provocará enormes beneficios para el país.

Se espera que el día de hoy se anuncie el dictamen técnico sobre la magna obra y todo parece apuntar que se dará luz verde para que continúe el proceso de construcción, no sin antes, claro está, anunciar una serie de modificaciones, revisiones de contratos y tal vez concesionar la obra, pero de ninguna manera se vislumbra que se detenga.

Tal como ocurrió con Laguna Verde, en donde ya estaba hecha la inversión con notables avances en la construcción, el nuevo aeropuerto de la CDMX continuará y con ello se manda un mensaje poderoso a los mercados e inversionistas de que en México hay certidumbre jurídica, además de apuntalar el desarrollo económico.

Claro, existe la posibilidad de que el proyecto del aeropuerto transite por la ruta del populismo hasta llegar a la consulta popular, aunque es poco probable que ello suceda.

Así como en el TLCAN, donde el presidente electo López Obrador apoya sin ambages a la delegación mexicana en la negociación con Estados Unidos y Canadá y con ello fortalece la postura nacional, también debe hacerlo con la construcción del nuevo aeropuerto para empezar su administración con una presidencia fortalecida, no sólo por la aceptación de la mayoría, sino por sumarse a dos hechos que son de suma relevancia para el país.

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