Desde San Lázaro

Baja California, a la vista

El resultado de la elección en esa entidad será relevante para medir la gestión de López Obrador y ver si el PAN puede mantenerse en el poder; en el PRI, las cosas están peor.

Después de las elecciones del 1 de julio, en la que estuvieron en disputa tres mil 400 cargos de elección popular, incluyendo la Presidencia de la República, la ciudadanía quedó hastiada de las campañas políticas y del spoteo indiscriminado en medios electrónicos.

En este año habrá comicios en cinco entidades de la República y en una de ellas será por la gubernatura.

Baja California se prepara para la renovación, el próximo 2 de junio, del gobernador, 17 diputaciones de mayoría relativa, ocho de representación proporcional y cinco ayuntamientos, pero los cargos serán sólo por dos años para homologarlas con las próximas elecciones federales.

Veremos si la inercia triunfadora de Morena continúa o si de plano se empieza a apagar la estrella de AMLO por aquellas latitudes. Lo que es un hecho, es que el panista Francisco Vega de Lamadrid sufrirá para que su partido se mantenga en el poder luego de tres décadas.

Se podría considerar que uno de los últimos bastiones que le quedan al blanquiazul está en riesgo y sólo que ocurra un milagro, que estriba precisamente en el desgaste brutal que ha tenido el Presidente de la República en sus primeras semanas de gestión, es casi seguro que deje de gobernar el PAN por aquellas tierras fronterizas con Estados Unidos.

Baja California vuelve a estar en el ojo del huracán por la crisis de seguridad que enfrenta, luego de que en tiempos de Felipe Calderón se redujeran los índices delictivos. Con un índice de homicidios que ronda por las tres mil ejecuciones a diciembre y con una problemática migratoria agravada por el flujo de migrantes de Centroamérica que, ante la imposibilidad de ingresar al país vecino del norte, se han quedado a vivir en las ciudades fronterizas de Baja California.

Los habitantes de Tijuana están enfrentados por el trato que debe darse a los migrantes, ya mientras unos se pronuncian por darles un trato humanitario, otros, en cambio, los rechazan, incluso hasta con violencia.

El PAN carece en estos momentos de un candidato que tenga posibilidades de ganar. Su principal prospecto se desdibujó por su mala administración como alcalde de Tijuana. Juan Manuel Gastélum Buenrostro no representa una opción ganadora.

Del lado del PRI, pues las cosas están peor ya que tampoco tienen gallos con los suficientes espolones para ganar la elección.

Será el sereno o de plano por la falta de cuadros políticos de arraigo, pero el PRI anunció que para la elección de su candidato o candidata a la gubernatura de Baja California se contempla que dicho proceso se realizará mediante el procedimiento de elección directa, en su modalidad de miembros y simpatizantes.

Los términos de la convocatoria se sustentan en los acuerdos emanados de la sesión del Consejo Político Estatal, adoptados el pasado 10 de diciembre, y están orientados a que este proceso electivo sea un ejercicio democrático, que fortalezca la unidad interna en la toma de decisiones y, al mismo tiempo, movilice al priismo en busca de la preferencia del electorado.

El calendario contempla las siguientes etapas: 30 de enero, emisión de dictámenes de las precandidaturas; precampañas, del 31 de enero al 22 de febrero; día de la elección, el 23 de febrero.

El resultado de la elección en esa entidad será relevante para medir la gestión de López Obrador y ver si el PAN puede mantenerse en el poder, después de larguísimos 30 años y un desgaste fenomenal que le ha ocasionado el rechazo mayoritario de los bajacalifornianos.

COLUMNAS ANTERIORES

El estigma de perder el principal bastión de Morena
Pierde Brugada, nuevamente

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.