Desde San Lázaro

Claroscuros del nuevo gabinete

En este periodo de transición, el presidente electo ha dejado pasar pifias de colaboradores cercanos, pero otros que no lo son tanto, se han llevado la regañiza de su vida o de plano han salido.

En el periodo de transición, varios de los colaboradores designados en las principales carteras del gabinete de Andrés Manuel López Obrador han dejado mucho que desear, al igual que los coordinadores de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, y Mario Delgado, en la Cámara de Diputados.

Aún sin tomar posesión, otros han mostrados habilidades y experiencia, como Marcelo Ebrard, canciller; Olga Sánchez Cordero, titular de Segob; Jorge Carlos Alcocer, de Salud; Carlos Urzúa, de SHCP. En cambio, Javier Jiménez Espriú, de Comunicaciones y Transpportes; Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia; Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, y Rocío Nahle, secretaria de Energía, entre otros, han metido en aprietos al próximo presidente de la República y dañado la confianza en el país.

Las pifias estriban en declaraciones, iniciativas presentadas ante el Pleno, posturas contrarias a otros miembros del gabinete o de plano expresiones producto de la ignorancia; otros, por eventos privados propios del jet set.

En la personalidad de AMLO, sus filias y fobias, así como su cosmovisión, tiene a la amistad y lealtad como sus grandes principios, además del amor filial; sin embargo, también es un hombre iracundo cuando las incapacidades y traiciones se manifiestan, o los mismos protagonismos.

Ha dejado pasar pifias de cercanos colaboradores, empero otros que no lo son tanto, se han llevado la regañiza de su vida o de plano han sido corridos.

El presidente es él y no permite que nadie más le haga sombra; veremos cuando trate de escoger a su sucesor qué tanto permitirá esa visibilidad entre sus colaboradores.

Lo que es un hecho, es que en estos cinco meses previos al 1 de diciembre han quedado definidos quiénes son excelentes operadores y profesionales en el ámbito de sus competencias.

Al selecto grupo, sin duda, hay que agregar a Claudia Sheinbaum, que no obstante que goza de todas las confianzas del tabasqueño, se ha puesto a chambear en la víspera de tomar posesión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Hay otros colaboradores de López Obrador que operan en las sombras, como el mismo Gabriel García Hernández, de quien dependerán los superdelegados, amén de ser el responsable directo de la operación político-electoral rumbo a las elecciones intermedias.

Cuando fue jefe de Gobierno en la Ciudad de México y ahora como presidente electo, a Andrés Manuel le gusta imponer la agenda política. Esta habilidad le permite, en unos casos, desviar la atención sobre eventuales errores de su gobierno; en otros, mantenerse positivamente en el ánimo colectivo.

Cierto, no ha sido el mejor comienzo de su sexenio; el golpeteo a la confianza en el país ha provocado una reacción negativa por parte de los inversionistas y de los propios mercados, que han reflejado su molestia en el desplome de la Bolsas Mexicana de Valores, amén de la devaluación del peso ante el dólar, pero también es verdad que, mediante diversas rectificaciones y correcciones podría revertir la tendencia negativa.

El Paquete Económico de 2019 es un punto de quiebre en esa percepción negativa que se tiene del nuevo gobierno. Si en él se mantienen las promesas de no endeudamiento y no incrementos de impuestos, así como mantener un superávit primario, pues se empezará a dejar atrás el mal sabor de boca de la transición.

Vendrán tiempos difíciles ante un entorno internacional muy adverso, que de alguna forma ya se empiezan a vislumbrar con la caída de los precios del petróleo o la postura proteccionista del presidente norteamericano, que todavía no muestra las garras ante López Obrador. El problema del éxodo de migrantes centroamericanos es apenas la punta del iceberg de una multiplicidad de problemas que existen en la región.

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