Desde San Lázaro

El PRI, en calma chicha

Al término de la actual administración empezará la gran revuelta en el tricolor, aún cuando la disciplina y la cohesión han predominado por encima de cualquier sublevación.

A 40 días de que termine la administración del presidente Peña, en el PRI también está por cerrarse el ciclo en el que el mexiquense tuvo un papel fundamental, por lo menos en los últimos siete años, primero encumbrando a ese partido en el poder y luego llevándolo al precipicio.

El pasado viernes se llevó a cabo la sesión extraordinaria del CEN del tricolor, en el cual su presidenta, Claudia Ruiz Massieu, convocó a sus correligionarios a retomar el legado y los ideales originales del fundador de ese partido, Plutarco Elías Calles, quien supo cohesionar la diversidad en un proyecto nacional con justicia social e inclusión.

La lideresa reafirmó su convicción sobre cómo rearticular el diálogo con la ciudadanía, recuperar la confianza y fortalecer el orgullo y sentido de identidad, y con ello definir el rumbo del partido.

En un somero análisis de las causas que llevaron a la peor derrota de la historia al PRI, se podría afirmar que gran parte de las decisiones que se tomaron a raíz de la elección de 2016, en la que éste partido sufre el mayor descalabro electoral en disputas por gubernaturas, a la postre terminaron por cavar su tumba.

La irrupción de los tecnócratas comandados por Luis Videgaray, acompañado por un mal gobierno de Peña Nieto, quien no tuvo la habilidad para revertir la percepción negativa que tenía la ciudadanía en torno a su gestión, ya por carecer de una eficiente política de comunicación, ya por mantener en sus cargos a funcionarios corruptos e ineptos, causaron la hecatombe.

Luego del 1 de julio y con las heridas expuestas al sol, muchos de los militantes del PRI buscan llevar al paredón a los responsables, mientras que otros intentan apaciguar las aguas y mediante reflexiones y acuerdos generales impulsar la refundación.

Lo que es un hecho es que después de que Peña Nieto deje la Presidencia empezará la gran revuelta en el tricolor, con lo que se vivieran tiempos inéditos, ya que en el ADN de ese partido no existe este tipo de prácticas. La disciplina y la cohesión han predominado por encima de cualquier intento de sublevación.

El PRI está en calma chicha, la que presagia tormenta.

Mientras ello sucede, Claudia Ruiz Massieu, institucional y comprometida, trata de apaciguar los ánimos, al tiempo de entregarle buenas cuentas al presidente Peña.

En la reciente reunión de Consejo Político Nacional consiguió la aprobación de un paquete de acuerdos, entre los que destacan la elección de Arturo Zamora como nuevo secretario general del CEN del PRI para completar el periodo estatutario 2015-19; el Plan de Elecciones para 2019; la emisión de la convocatoria para gobernador de Baja California y el nombramiento de Ernesto Nemer como secretario técnico del CPN.

Lo anterior, a pesar de esas voces que, en primera instancia, quieren un relevo general del Consejo Político Nacional (CPN) y convocar a elecciones mediante un proceso auténticamente democrático.

Ya desde ahora se cruzan las apuestas en torno a la permanencia de Ruiz Massieu después de la conclusión del sexenio peñista.

Con el nombramiento de la senadora al frente del PRI vino la petición expresa de ella a Enrique Peña Nieto, de mejor mantenerla sólo con la responsabilidad en el Senado, a lo que el primer priista del país se negó, por lo que tuvo que apechugar, no con una actitud sumisa, sino proactiva para, en la medida de lo posible, mantener a ese organismo político unido y con un proyecto "vivo" que le dé viabilidad hacia el futuro.

El país, hoy más que nunca, requiere de partidos de oposición fuertes, que desplieguen los contrapesos necesarios al poder omnipresente del nuevo gobierno; en ese sentido, es necesario que el PRI, PAN y PRD retomen nuevos bríos en función de una militancia cohesionada, con dirigencias honestas y capaces, además de que los nuevos partidos políticos estén a la altura de las circunstancias.

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