Desde San Lázaro

Medición de capacidades y piso parejo

En un hipotético estudio de capacidades de los candidatos, considerando igualdad de condiciones para cada uno de ellos, la colocación en las preferencias electorales sería muy diferente a lo que muestran las encuestas.

En un ejercicio de medición de capacidades con piso parejo, los candidatos que compiten por la presidencia de la República estarían ubicados de diferente manera a como lo señalan las encuestas en este momento.

Si partieran de cero, es decir, piso parejo para todos, con los mismos recursos económicos, igual exposición en spots y cobertura similar en los medios, el resultado sería diametralmente diferente.

En esta matriz de medición se evalúa a los candidatos en virtud de los diversos atributos personales que poseen, así como su trayectoria, honradez, transparencia del patrimonio, perfil académico, prestigio personal y profesional, entorno familiar y capacidades en liderazgo y compromiso con el país, entre otros indicadores que permiten evaluar a la mujer u hombre más capacitado para dirigir los destinos del país en el próximo sexenio.

Al pasarlos por este riguroso escrutinio, los resultados son distintos a los que ahora dan los estudios demoscópicos.

En primer lugar aparece José Antonio Meade Kuribreña, quién recibe las mejores calificaciones en todos los rubros, lo que infiere que sería un extraordinario presidente.

En segundo lugar la señora Margarita Zavala, quien es la candidata que ha presentado un catálogo de propuestas más consistentes y reales para darle un rostro mejor y diferente al país.

En tercer lugar se ubica Ricardo Anaya, que no obstante el grave detrimento en su candidatura por los escándalos del presunto lavado de dinero y triangulación de recursos, aparece mejor calificado que el propio López Obrador.

En cuarto lugar está Andrés Manuel, que es declarado como no apto en algunos indicadores y en otros de plano reprueba. En el rubro de propuestas es reprobado por la inviabilidad económica.

De Jaime Rodríguez, El Bronco, por su incorporación tardía a la contienda y porque no se conoce con precisión su oferta electoral, no califica.

Como se aprecia, una cosa es lo que dicen las encuestas y otra es la medición de capacidades. Merced a este estudio, Meade estaría en la antesala de Los Pinos y El Peje preparándose para regresarse a su tierra natal.

Este mismo hipotético estudio, de suelo parejo y de medición de capacidades, se aplicó a los siete candidatos al Gobierno de la Ciudad de México y el resultado es igual de sorprendente: Mikel Arreola está a la cabeza con Purificación Carpinteyro, abanderada de Nueva Alianza.

Esta última destaca por los diversos cargos que ha tenido en la iniciativa privada, en el ámbito de las telecomunicaciones, particularmente en el extranjero, además de que ya fue diputada federal y ha ocupado diversas carteras en el Poder Ejecutivo.

Las propuestas presentadas por ella están dirigidas a conformar una ciudad inteligente, en donde el uso de las tecnologías de la información y transformación digital permitan resolver problemas como la inseguridad pública, el transporte, la generación de empleos y la propia sustentabilidad de la metrópoli.

Alejandra Barrales está en tercer lugar debido, principalmente, a su nula experiencia en la administración pública, así como lo cuestionable de su patrimonio.

En cuarto lugar aparece Claudia Sheinbaum, pues su paso por la delegación Tlalpan la descalifica para gobernar a la Ciudad de México.

A pesar de que ella se cuelga algunas medallas conseguidas cuando fue secretaria del Medio Ambiente en la administración de López Obrador, lo cierto es que también estuvo manchada de claroscuros, particularmente por su participación en la construcción del segundo piso, en donde el proceso de adjudicación de contratos estuvo plagado de serias anomalías. Ahora que ya se abrió la información relativa al segundo piso, se constata lo señalado.

De los otros participantes, uno califica mejor por sus máscaras usadas en el pasado, y de las otras damas no existen propuestas originales para siquiera considerarlas.

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