Desde San Lázaro

Negro panorama para 2019

El Paquete Económico 2019 ya está listo y sólo faltan algunos detalles, pero son tantos los gastos y las necesidades que no hay ingresos que alcancen.

La incertidumbre campea en México y no sólo en las clases medias, sino, lo que de suyo es gravísimo, en aquellos que veían como una oportunidad dorada el arribo de López Obrador a la presidencia, para la detonación de nuevos negocios e inversiones, que son fundamentales para el crecimiento.

Los empresarios que tradicionalmente han sido aliados del país, ahora se les fustiga y se les etiqueta como malvados enemigos surgidos del averno. Sin ellos no hay posibilidad de mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos.

Ahora que está por darse a conocer el Paquete Económico para el otro año, se observa cómo se tirarán miles de millones de pesos en programas sociales, que crearán una población subvencionada y mantenida por el gobierno.

El Paquete Económico 2019 ya está listo y sólo faltan algunos detalles, no por ello menos importantes, como lo relacionado a las indemnizaciones por la cancelación del aeropuerto de Texcoco o el fondeo a los programas sociales insigne del nuevo gobierno.

Son tantos los gastos y las necesidades que no hay ingresos que alcancen. Los ahorros que se esperaban por la reducción del aparato burocrático, no alcanzan para cubrir lo básico de todo el gasto asistencial que tiene proyectado AMLO para el arranque de su sexenio, de hecho muchos de ellos entrarán en plena operación hasta el tercer año de gobierno, aunque se antoja harto difícil en virtud de que las perspectivas de crecimiento se van reduciendo conforme pasan los días.

La joya de la corona, Jóvenes Construyendo el Futuro, es una apuesta muy cara, inversa a los beneficios, pues estos sólo se ven en el tema político-electoral y no en el entramado social y en la inclusión.

El Tren Maya también requiere más recursos de los que tenía el CPTM para la promoción del producto turístico mexicano en los mercados internacionales.

Está el tema de la creación de la Guardia Nacional y la generación de las plazas prometidas a la milicia y a la Marina; y así una infinita retahíla de programas y de promesas recogidas en la campaña de Andrés Manuel López Obrador que se quedarán en el congelador.

El compromiso de que el Paquete Económico tendrá una inversión social y en infraestructura sin precedentes, es una verdad a medias, y lo confirmaremos a la hora de cotejarla con presupuestos de otras administraciones.

Veremos el ajuste a la baja en los presupuestos de las secretarías como Sagarpa, SEP, Salud y Economía, y organismos descentralizados como la CFE, Seguro Social y el ISSSTE.

El tener un superávit primario será fundamental para alentar las inversiones y reforzar la mellada confianza que hay en nuestro país.

Al asfixiante pago de los intereses de la deuda debe sumarse el pago de las pensiones, con lo que el Presupuesto está muy acotado.

Es decir, no hay márgenes de maniobra por más programas de austeridad y ahorros en el costo de la corrupción, que parecen más una entelequia que hechos concretos.

Los ingresos del gobierno no se incrementan, al contrario, debido a una menor captación tributaria se reducen para el último trimestre del año, así como las divisas por el decremento en los precios de la mezcla mexicana y por la actividad turística, en esta última se romperá la inercia al alza que se traía en este sector, por primera vez en los últimos 15 años.

El círculo virtuoso que representa crear un entorno favorable para el arribo de inversiones y con ello crear empleos formales y así alentar el consumo, que dé oxígeno a miles de pequeñas empresas y a las arcas nacionales, vía más ingresos por impuestos, se empezó a vulnerar desde el periodo de transición y se continúa al inicio de la administración.

Sin inversión privada no hay crecimiento. Sin la participación del sector empresarial no hay gobierno que pueda satisfacer la demanda de una población que va en aumento.

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