Desde San Lázaro

¿Y la seguridad pública, apá?

La estrategia de la siguiente administración de pacificar al país por medio de la amnistía, ahora se plantea como un proceso de largo plazo transexenal.

La amnistía vista como la panacea para pacificar al país, se ha ido desvaneciendo con el contacto directo que ha tenido el presidente electo López Obrador con las víctimas, quienes exigen justicia y no perdón; de igual manera, Alfonso Durazo Montaño, próximo titular de la naciente Secretaría de Seguridad Pública, ya cambió su discurso y pintó su raya al señalar que la "construcción de la paz" no se resolverá en el sexenio del tabasqueño.

Durazo, fiel a su estilo cantinflesco, ahora declaró que construir la paz (sic) es un proceso de largo plazo; "aspiramos a que tenga un carácter permanente, pero trascenderá al actual sexenio".

Conforme han pasado los días, Durazo ha ajustado su propuesta como cambiarse de calzones, lo que da pie a pensar que no tiene la más mínima idea de cómo solucionar el embrollo en que se metió.

Explicó que la estrategia de la nueva administración consiste en tres etapas: en el corto plazo, se buscará reducir la violencia a través de la profesionalización de las policías; más adelante, se aspira a consolidar el proceso a través de la implementación de políticas públicas derivadas de los foros, y a largo plazo, la paz total.

Habría que recordarle al exsecretario particular de Vicente Fox que su estrategia se ha replicado en anteriores gobiernos y no han dado el resultado esperado, por la sencilla razón de que el crimen organizado tiene cooptado a casi todas las corporaciones municipales y en algunos casos hasta las estatales, y si me apuran un poco, hasta a los federales.

El propio candidato Andrés Manuel lo señaló en su campaña; sin embargo, ahora los encargados del tema ignoran la denuncia.

Los cuerpos policiacos del país están podridos por la complicidad que tienen con los delincuentes, por lo que hay que establecer una serie de acciones que permitan revertir esa situación.

El supersecretario, ya que se hará cargo de la seguridad nacional, el nuevo Cisen, la seguridad pública, la protección a la población civil y la interlocución con gobernadores, estará compitiendo en atribuciones con la secretaria de Gobernación; y tal como ocurrió con Miguel Ángel Osorio Chong, le han dado demasiadas responsabilidades, todas ellas de un peso mayúsculo para las cuales se requiere atención absoluta en cada uno de los frentes.

La seguridad pública es de tal prioridad para el gobierno que, ante la incapacidad de los cuerpos civiles de seguridad, mantendrá en las calles al Ejército y la Marina; empero, el regreso a los cuarteles, merced a que las policías ya estén preparadas para emprender la encomienda, requiere dedicación total, apoyo irrestricto tanto en la voluntad política como en la cooperación de los órdenes y niveles de gobierno y la asignación de los recursos presupuestarios suficientes.

A lo que vamos es que si el responsable de la nueva y poderosa secretaría se distrae en otros menesteres, pues ya vislumbramos desde ahora cuál será el resultado.

Si hay algún miembro del gabinete del presidente electo López Obrador que estará en la lupa desde el principio de la gestión, será precisamente Alfonso Durazo, y no por sus dotes como argumentista y buen orador, sino por la enorme responsabilidad que tendrá sobre sus espaldas.

Después del fracaso que se tuvo en este sexenio con un secretario de Gobernación incapaz de resolver el problema de la inseguridad, luego de que él impulsara tener el control de la Policía Federal en su estructura, ahora parece que se replica la ecuación con Alfonso Durazo, a quien tantos temas en su carpeta lo empiezan a agobiar.

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