Análisis sin Fronteras

¿De qué pitos estamos hablando?

Ana María Salazar menciona algunas descripciones del nuevo libro que se publicará de Donald Trump, aunque ahora la autora es Stormy Daniels.

Les advierto lectores que en los siguientes párrafos habrá descripciones de algunas partes anatómicas que podrían ofender sensibilidades, y seguramente arruinar su desayuno.

Así que, bajo aviso no hay engaño.

Y es que, de nuevo, el tamaño y la descripción de los genitales del presidente de Estados Unidos están haciendo titulares alrededor del mundo. Y esto no sería la primera vez ni para el presidente Donald Trump ni para otros presidentes de Estados Unidos.

La pregunta es: ¿qué pitos tiene que ver el pene del presidente con la política de Estados Unidos, las guerras comerciales, la estabilidad mundial y futuros conflictos mundiales?

Pues parece que mucho. Especialmente si la divulgación de esta información busca derrocar o debilitar a un presidente estadounidense.

¿Qué sucedió esta semana que resucita este debate?

Esta semana surgieron detalles del libro de Stormy Daniels, la actriz porno que dice que tuvo una relación sexual, en 2006, con Donald Trump. Ella se da a la tarea de describir el pene de Trump como "más pequeño que el promedio", pero "no anormalmente pequeño". Y que él "sabe que tiene un pene inusual", escribe Daniels. "Tiene una enorme cabeza de hongo". Como el hongo Toad, personaje de los videojuegos de la saga Mario Bros.

(Guácala, alguien por favor quíteme la imagen de mi mente…)

Si algo debiese de haber aprendido el presidente Donald Trump de uno de sus predecesores, William Clinton, que enfrentó un impeachment del cual fue absuelto, es que si vas a tener relaciones sexuales, recuerda que hay muchas "pruebas" que podrán usar en tu contra.

Durante la administración de Clinton, él y su esposa Hillary enfrentaron varias investigaciones por un fiscal especial que, al igual que Robert Mueller, investigó a varias personas que rodeaban a la pareja presidencial. Entre las imputaciones estaba la de Paula Jones, que acusaba a Clinton de acoso sexual, la cual él negó rotundamente. Se aparece Mónica Lewinsky, una joven pasante en la Casa Blanca, con su famoso vestido azul con la prueba madre y el resto… bueno es historia. Se le armó una acusación de perjurio y abuso de poder en contra de Bill, pero no hubo votos suficientes en el Senado para destituir al presidente Clinton. El peligro que corría en su momento era que lo matara Hillary, su esposa, pero eso es otra historia.

Recuerdo cómo los medios de comunicación en su momento tuvieron un despliegue, podríamos decir hasta pornográfico, de las descripciones y las pruebas en contra del presidente Clinton. Todos los días escuchábamos en los noticieros nacionales y leímos en los titulares de los periódicos detalladas descripciones de sexo oral, uso de puros y mentas en formas muy interesantes, posiciones inimaginables en la Oficina Oval, y sí, también descripciones del pene del presidente de Estados Unidos. Y recuerdo perfectamente la cara de "guácala" que ponían los conductores, las analistas y las personas al leer o escuchar las noticias.

Pero el impacto político en Estados Unidos y alrededor del mundo fue real. Desde el hecho de que, durante una conversación con el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, Mónica estaba debajo del escritorio haciendo sus travesuras. Se le acusó a Clinton de ordenar atacar una fábrica en Somalia, que supuestamente producía un agente neurotóxico como arma química (producía leche en polvo), para desviar las noticias sobre el "escándalo Lewinsky".

Y ya los analistas están anticipando decisiones radicales, controversiales y sobre todo escandalosas para ocultar ahora el "escándalo Stormy": ¿Sabotear negociaciones con NAFTA? ¿Agravar la guerra comercial aún más con China y otros países aliados? ¿Iniciar una guerra con Norcorea?

Va a llegar un momento en que la Casa Blanca deje de funcionar, y no podrán reaccionar ante las crisis inmediatas por todos los ataques jurídicos que está recibiendo el presidente Trump. Algunas analistas piensan que ya está sucediendo.

Vale subrayar que no subestimen la credibilidad y capacidad de la actriz porno de tumbar al presidente Trump. Y, al igual que Clinton, tal vez tenga que someterse a una revisión del "paquete" presidencial ante un médico testigo (guácala de nuevo) para verificar que la descripción de Stormy tiene "sustancia".

Y en el momento que reconoce él su relación con Daniels, el problema de Trump no será Melanie. Estaría reconociendo posiblemente que participó en un delito electoral. Y a Clinton lo trataron de tumbar por mucho menos que eso.

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