Antonio Ocaranza Fernandez

Empresarios y el nuevo gobierno: ¿y ahora qué?

El columnista considera que los líderes empresariales podrían considerar estos pasos en la definición de su agenda ante quien gobierne los próximos seis años.

A una semana de que los mexicanos emitan su voto, uno de los más claros damnificados de la elección es la clase empresarial mexicana. Abiertamente enfrentada al puntero de la competencia, dividida sobre el candidato a quién apoyar, distante de las preocupaciones de la población mexicana, los líderes empresariales necesitan reflexionar sobre su futuro papel en el México post-1 de julio, especialmente si el ganador es Andrés Manuel López Obrador.

Aunque en general todos los procesos electorales representan un riesgo para los grupos de interés, la elección del 2018 ha significado un desgaste para los empresarios. El candidato menos deseado les tomó la delantera años antes de que pudieran ponerse de acuerdo sobre qué hacer y a quién dar su voto. Para contrarrestar la ventaja de López Obrador, los líderes empresariales han tomado acciones precipitadas que los han confrontado no sólo con un candidato sino con un bloque sólido de mexicanos enojado y harto que ansía un cambio profundo y que no se identifica con los mensajes de continuidad y voto inteligente y razonado del empresariado. Muchos mexicanos asocian más estos mensajes a un esfuerzo para no perder privilegios que a un deseo honesto de transformación del país y de corregir los errores y excesos de la política mexicana.

Después de las elecciones, los empresarios están llamados a ejercer un liderazgo inteligente y constructivo. Juan Pablo Castañón, del Consejo Coordinador Empresarial, y Alejandro Ramírez, del Consejo Mexicano de Negocios, ya han expresado que colaborarán con el candidato ganador y con el Congreso que se conforme para continuar las políticas de apertura comercial, competitividad y el modelo de país que tenemos.

Los líderes empresariales podrían considerar los siguientes pasos en la definición de su agenda ante quien gobierne los próximos seis años.

1.- Diagnóstico: Si el resultado de las elecciones no fue el deseado, ¿la estrategia empresarial hacia el 2018 estuvo bien pensada y ejecutada?, ¿qué pasó?, ¿falló algo o alguien?

2.- Investigación: ¿en qué situación queda la clase empresarial en el ánimo de los mexicanos? ¿Tiene una mejor reputación, es más respetada? ¿Qué se espera de los empresarios y en qué preocupaciones que inquietan a los mexicanos pueden tomar un papel activo y constructivo? Una encuesta que responda estas incógnitas es hoy más importante que una de preferencias electorales porque ayudará a establecer el mapa estratégico para el reposicionamiento del empresariado.

3.- Estrategia: Para defender el modelo económico, ¿se confrontarán los empresarios con el nuevo gobierno o colaborarán? ¿Cómo piensan ser un contrapeso? ¿Cómo se vincularán con el Congreso federal y con los estatales que pueden detener reformas a la Constitución? ¿Cómo se relacionarán con la sociedad para generar apoyos a sus posturas?

4.- Mensajes: los empresarios deben cerrar la brecha que los separa de la sociedad con mensajes que reflejen mejor las preocupaciones de los mexicanos. Muchos empresarios piensan que no les toca desempeñar este papel y deben enfocarse en la creación de empleos, pero la sociedad espera que usen su influencia y cercanía al poder y presionen a los gobernantes, a nivel federal y estatal, para que cumplan promesas, actúen con transparencia y probidad y resuelvan los problemas básicos de sus comunidades.

5.- Liderazgo: el diagnóstico y la estrategia tendrán un impacto en los liderazgos empresariales. ¿Pueden los actuales presidentes de organismos cúpula establecer el diálogo con el nuevo gobierno? ¿Pueden tender puentes hacia partidos e instituciones que han cuestionado sus posturas y métodos? ¿Pueden poner sus intereses gremiales a un lado para hacer una transición tersa? ¿Sienten los agremiados que el trabajo de sus líderes ha sido adecuado para defender sus intereses?

La elección del 1 de julio cambiará a México y obligará a muchas organizaciones, instituciones y partidos políticos a reflexionar. Una vez terminada la contienda electoral, los líderes empresariales deben impulsar una visión de México aspiracional y atractiva que mueva a la sociedad a apoyar políticas que aseguren que México crezca, mejore salarios y castigue la impunidad y la corrupción. Por este México votará la mayor parte de los mexicanos el 1 de julio y estar de su lado es la forma más segura de defender los intereses de los empresarios los siguientes seis años de gobierno

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