Benito Solis

En campañas prometen mucho, pero, ¿quién lo pagará?

Los ciudadanos deben fijarse bien en quiénes y cómo se pagarán las promesas de campaña de los aspirantes presidenciales.

Las campañas políticas iniciaron de manera formal en días pasados, pero más bien parece una feria de regalos y promesas imposibles de cumplir. Unos ofrecen becas para los estudiantes de todos los niveles así como otorgarles ayuda financiera; otros prometen dinero a las personas de la tercera edad; por allá está quien compromete más empleos y entrar a las universidades sin realizar evaluaciones o exámenes de admisión; por acá alguien piensa que es buena idea entregar agua potable y otros servicios públicos a todas las viviendas de manera gratuita. Algunos más se comprometen a elevar los sueldos de los policías, de los militares y al mismo tiempo bajar el gasto corriente del gobierno, lo que parece contradictorio. Por otro lado, distintos candidatos reclaman que se elevó el precio de la gasolina como resultado de la reforma energética que… ¡ellos mismos aprobaron!

En fin, parece que estamos en un concurso para elegir quien promete más bienes, servicios y prestaciones a los distintos ciudadanos de manera gratuita o con precios subsidiados, pero no indican cómo van a obtener los recursos que se requieren para estos 'regalos'. Como sabemos, las empresas no regalan los ladrillos ni los pupitres para las escuelas, ni los maestros están dispuestos a dar sus clases sin recibir sus sueldos, ni tampoco se entuba el agua y se entrega en las casas sin tuberías.

Parece que se ha olvidado que los gobiernos no crean riqueza, sino sólo la obtienen de otro lado, ya sea por medio de más impuestos, de cobrar por los servicios o de más endeudamiento, el cual se deberá de pagar en el futuro con sus correspondientes intereses. Cada vez que se incrementa el gasto público alguien tendrá que bajar su consumo o su inversión.

En algunos países, como Suiza, se exige que cuando algún partido presenta iniciativas que conlleven un incremento en el gasto público, debe aclarar de dónde se obtendrán los ingresos para su financiamiento. Esto puede ser por medio de impuestos adicionales o de cancelación de programas ya existentes para así poder definir con precisión quiénes lo tendrán que pagar y quienes serán los afectados. En contraste, en México la aprobación del presupuesto del sector público está separada en dos procesos diferentes, que son la obtención de los ingresos y la manera en que se ejerce el gasto. Este último lo aprueba la Cámara de Diputados, mientras que los ingresos deben de ser aprobados por ambas cámaras. Como lo más frecuente es que los egresos sean mayores que los ingresos públicos, la diferencia se cubre por medio endeudamiento interno o en el extranjero.

En general los ciudadanos no están muy conscientes de que cada beneficio que obtienen 'regalado', en realidad lo están pagando por otro lado y es frecuente que quienes no lo reciben de todas maneras tienen que pagarlo.

Hoy los distintos candidatos prometen más gasto público, pero en realidad esto se traducirá en más impuestos o inflación. Son absurdos comentarios como que los recursos adicionales se obtendrán porque se acabará la corrupción de manera mágica, o que los sueldos de los funcionarios públicos se reducirán a la mitad y a pesar de ello seguirán trabajando. Hay que enfatizar que los sueldos del personal de confianza en el sector federal no se han modificado en términos nominales en los pasados 18 años, es decir, ya se han reducido a la mitad tomando en cuenta la inflación, por lo que cada vez es más difícil encontrar personal calificado que quiera trabajar en el gobierno.

Sería muy útil que los ciudadanos exigiéramos a los distintos candidatos que nos digan con precisión cuánto costaría cada una de sus promesas y ofertas de campaña, así como que indiquen de dónde piensan obtener su financiamiento. Esto puede ser por medio de más impuestos o cerrar diversos programas o secretarías de Estado.

Por otro lado, cuando los ingresos públicos son mayores a lo aprobado por el Congreso en el presupuesto anual, se ejercen de una manera discrecional. Sería conveniente que en el presupuesto se indicara que estos recursos adicionales se canalizarían al pago de la deuda pública, para que se propicie la disminución de las tasas de interés y el fortalecimiento del tipo de cambio, lo que beneficiaría a la población en su conjunto.

Ojalá los ciudadanos estuviéramos más conscientes de que las promesas de las campañas serán pagadas por nosotros por medio de más impuestos o inflación ahora o en el futuro. Así seguramente serían diferentes nuestros votos.

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