Carlos Javier Gonzalez

La constitución moral como camino al autoritarismo

Carlos Javier González opina que los candidatos comienzan a mostrar sus verdaderos rostros y parece ser que nos dirigimos a una nueva etapa de conservadurismo.

En la constitución conservadora de 1836 se creó un nuevo poder además de los ya considerados tradicionalmente, que son el ejecutivo, legislativo y judicial. Se incluyó un cuarto poder denominado "Supremo Poder Conservador" que pretendía ser el órgano constitucional de control de constitucionalidad de los demás poderes. Si bien es cierto dicho poder era constitucional y su función era aparentemente jurídica, se convirtió en un poder de control político conformado por políticos que no eran elegidos por el pueblo, sesionaban secretamente y eran –según la propia constitución- responsables de sus actos únicamente ante Dios y ante la opinión pública. Dicho poder guardaba algunas similitudes con el actual Consejo Constitucional francés surgido en la quinta república y que aún continúa vigente.

No obstante que se trataba de un poder de control constitucional, existen historiadores que afirman que el mismo fue utilizado por algunos presidentes como Santa Ana para justificar la descalificación de los actos de los poderes legislativo y judicial cuando eran contrarios a sus intereses. Actualmente, el sistema de control constitucional está destinado a ser ejercido únicamente por la Suprema Corte de Justicia de la Nación actuando en pleno. El riesgo de este tipo de poderes supremos o morales en democracias poco sólidas como la nuestra, es que fácilmente pueden ser manipulados por quienes detentan el poder para nulificar las decisiones de estado que le sean adversos. Viene a colación esta remembranza por la irracional propuesta de Andrés Manuel López Obrador de crear una constitución moral, con académicos, artistas, politólogos y otros personajes cuya elección o designación no quedó claro cómo se haría. El problema de hacer propuestas sin sentido como ésta, buscando solamente la aprobación del auditorio a quien va dirigido – en este caso el PES- es que los alcances de dicho instrumento y de dicho órgano extra o metaconstitucional son fácilmente manipulables por una razón muy simple: ¿quién determina cuál es la moral que debe tener la nación? La moral es un elemento subjetivo que se define y se vive de manera personal, por lo que es prácticamente imposible que existan valores absolutos con los que comulgue la totalidad de la población, y por ello, se corre el riesgo de imponer los valores de los constituyentes morales sin importar si la gente está o no de acuerdo con ello. Adicionalmente, este tipo de órganos sin controles ni contrapesos pueden convertirse fácilmente en instrumentos del poder en turno para nulificar a los demás poderes constitucionales para beneficio del gobernante, por lo que ésta propuesta puede convertirse en un medio para el autoritarismo. Para el caso de un México presidido por López Obrador, es más probable que dicho constituyente moral se convierta en un órgano más parecido a la ilegal Asamblea Constituyente de Venezuela que al Consejo Constitucional francés. Cabe mencionar que los valores supremos de la nación se encuentran ya contenidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, misma que contiene los medios de defensa que garantizan su respeto, tales como el juicio de amparo. La idea morenista de establecer un poder moral es muy peligrosa además de ser antijurídica. Con el autoritarismo que ha caracterizado a López Obrador, podría fácilmente convertirlo en un instrumento de descalificación de los adversarios políticos sin ninguna otra justificación que la moral. ¿Qué moral es la que se propone? ¿La de la biblia como insinuó el candidato de MORENA en franca violación a la laicidad del estado mexicano? ¿La moral de un pelmazo como Mikel Arriola cuyos pronunciamientos sobre libertades individuales parecen recordar a los que hacía Matías de Monteagudo en el siglo XIX? Lo bueno es que este tipo no tiene ninguna posibilidad de ganar, es un monigote de su partido dizque para atraer votos al candidato Meade, pero no queda claro que este sea el camino.

Lo que sí queda claro es que los candidatos comienzan a mostrar sus verdaderos rostros y parece ser que nos dirigimos a una nueva etapa de conservadurismo y, de realizarse la estupidez de la constitución moral de AMLO a una restricción de las libertades individuales basados en la moral de un partido retardatario y retrógrada como el PES. Esto sí es un peligro para México y para los mexicanos y que debemos rechazar, si no, lo lamentaremos.

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