Eduardo Guerrero Gutierrez

La captura de un mafioso

Eduardo Guerrero escribe de la detención de Carlos Arturo Quintana Quintana, 'El 80', uno de los autores del asesinato de Miroslava Breach y responsable de la ola de violencia que azota a Chihuahua.

De los homicidios de periodistas ocurridos en los últimos años, el de Miroslava Breach es uno de los que más ha conmovido a la sociedad. A Miroslava la mataron en marzo de 2017, cuando salía de su casa en la Ciudad de Chihuahua para llevar a su hijo a la escuela. El homicidio ocurrió después de que la periodista denunciara los vínculos entre autoridades municipales y algunos de los criminales más peligrosos de su estado. El pasado jueves fue detenido uno de los sospechosos de ordenar el asesinato de Miroslava: Carlos Arturo Quintana Quintana, El 80, líder del grupo criminal conocido como La Línea (aunque también se sospecha de Los Salazar, una célula criminal de Gente Nueva, un brazo armado del Cártel de Sinaloa).

El 80 ha sido identificado como el principal responsable de la ola de violencia que azota Chihuahua desde hace varios meses y está en la lista de criminales más buscados por el FBI. Los continuos enfrentamientos entre comandos de La Línea y de Gente Nueva han dejado decenas de muertos. En marzo del año pasado apareció una manta, firmada por El 80, en la que se amenazaba de muerte al gobernador Javier Corral. Quintana Quintana incluso planeó la emboscada en la que fue abatido quien fuera su socio, El Cabo, después de éste cambiara de bando y se aliara con Gente Nueva.

El 80 ilustra a la perfección los liderazgos que actualmente dominan el panorama criminal mexicano. Trafica droga, pero no resulta apropiado llamarlo 'narco' —al menos no en el sentido en que lo fueron El Chapo, los Arellano Félix y los otros criminales que se hicieron famosos a finales del siglo XX. El principal activo de El 80 no es una red logística que le permita transportar grandes cantidades de droga, sino su capacidad para intimidar, corromper e imponerse, por la mala, como la verdadera autoridad de una región completa (en su caso, el occidente de Chihuahua, la zona donde se concentran los mayores recursos forestales del país, y donde el crimen organizado ha encontrado un buen negocio en la tala clandestina).

Como ocurre con algunos líderes mafiosos, Quintana Quintana gozaba de cierta simpatía de su comunidad. En Namiquipa, el pueblo donde nació y creció en la pobreza, los pobladores afirman que mantenía el orden, y que incluso hacía actos de beneficencia. Sin embargo, El 80 y sus sicarios se comportaban de forma muy distinta en municipios aledaños, como Madera y Gómez Farías, donde los secuestros, las amenazas y las masacres ya han obligado a muchas familias a dejar sus hogares.

Quintana Quintana no se limitaba a mantener una relación tangencial con algún gobernador, o con ciertos mandos en la Procuraduría o la Policía Federal. Como reveló Miroslava Breach, El 80 es un actor político clave en su región: impone alcaldes y es quien verdaderamente da las órdenes a la Policía. En Namiquipa el control de la Policía Municipal llegó a ser tal que las víctimas de secuestro eran retenidas y torturadas en la comandancia. En diciembre pasado la Policía Federal detuvo al director de Seguridad Pública de Namiquipa, junto con dos elementos, mientras trasladaban un cargamento de droga sintética en un vehículo internado ilegalmente al país.

Hay que felicitar, por supuesto, a los elementos, a los mandos y a las autoridades (de la Comisión Nacional de Seguridad y de otras dependencias) que hicieron posible la detención. El operativo fue un éxito. El jueves desde muy temprano, tres helicópteros militares sobrevolaban Namiquipa, y medio centenar de elementos cercaron los accesos a la colonia donde se encontraba Quintana Quintana, quien no tuvo escapatoria posible. No hubo necesidad de disparar. Sin embargo, más que el esfuerzo táctico, hay que reconocer el valor y la determinación que implica resistir las presiones que supone detener a un criminal del calado de El 80. Dicho lo anterior, no me sorprende que El 80 haya sido detenido sin que se disparara una sola bala. Los mafiosos no ejercen su poder desde la penumbra; necesitan que su presencia se sienta. Por eso son vulnerables. Son personajes conocidos y la gente sabe dónde andan.

Otro tema será si la captura de El 80 logrará traer un poco de paz a Chihuahua. Por el momento, el despliegue de fuerzas federales y de la Policía Estatal ha logrado evitar nuevos enfrentamientos en la zona de influencia de El 80. La Fiscalía General de Chihuahua dice que ya tiene tres nombres de personas que podrían sucederlo, y que buscará la colaboración del gobierno federal para concretar sus capturas a la brevedad. En el mediano plazo, la pacificación del estado será un dilema fundamentalmente político, que tendrá que resolver el gobernador Javier Corral. La red de corrupción en las alcaldías que ha protegido por años a La Línea sigue prácticamente intacta.

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