Eduardo Guerrero Gutierrez

Patrias chicas, infiernos grandes

Eduardo Gutiérrez analiza el repunte de la violencia en 2017 en la República Mexicana.

El repunte de la violencia en 2017 fue desastroso. De acuerdo con las cifras que reportan las fiscalías y procuradurías de los estados, el año concluyó con 29 mil 159 homicidios dolosos, un incremento de 68 por ciento en relación con 2014. Sin embargo, las cifras agregadas ocultan el verdadero impacto que este fenómeno ha tenido en las comunidades más afectadas, donde no sólo el futuro es incierto, sino donde es incierto si habrá futuro. A continuación describo la situación de tres de los municipios donde la violencia golpeó más fuerte el año pasado (en los tres se registraron más de 100 ejecuciones por cada 100 mil habitantes). Los tres municipios son muy distintos entre sí, pero hacen frente por igual a una epidemia que no deja de expandirse y que podría instalarse en cualquier parte.

Los Cabos, Baja California Sur. "Hay muertos todos los días" y "antes era el paraíso". Dos frases de una comerciante de San José del Cabo que sintetizan la crítica situación que se vive en el destino turístico. La contienda entre células criminales que una vez fueron aliadas al Cártel del Pacífico, así como la incursión del CJNG, son los principales motivos de la violencia. Después de que El Babay, líder local del CJNG, fuera capturado en junio pasado, apareció una manta en la que se sentenciaba: correrá sangre. La amenaza se cumplió. En todo 2014 hubo dos ejecuciones en Los Cabos, el año pasado se registraron 368.

Hasta ahora las afectaciones a la actividad turística han sido relativamente menores. A pesar de que Estados Unidos y otros países incluyeron a Los Cabos dentro de sus listas de alerta de viaje, los establecimientos que atienden turistas siguen llenos y en aparente tranquilidad. Sin embargo, la realidad es otra en los asentamientos irregulares y en las colonias populares. En lugares como El Zacatal, que quedan a pocos minutos de los grandes hoteles y los clubes de golf, es posible hacer un recorrido del horror: la tiendita donde acribillaron a cuatro, los cuartos de renta donde balearon a cinco, la casa donde mataron a una familia entera. La gente sabe que la violencia todavía podría empeorar mucho más las cosas, como ya ocurrió en Acapulco. El turismo de lujo, que es el motor de la economía local, principal actividad local, pende de un hilo.

Madera, Chihuahua. Como su nombre lo indica, es un municipio boscoso, de comunidades dispersas y de difícil acceso, dedicadas primordialmente a la actividad forestal. Los brazos armados más sanguinarios del Cártel del Pacífico y del Cártel de Juárez (Gente Nueva y La Línea, respectivamente) actualmente se disputan el control de las rutas que atraviesan Madera y que llevan a la frontera norte.

La situación es parecida a la de otros municipios de la Tarahumara asolados por el conflicto criminal. Sin embargo, fue en Madera donde se registró uno de los enfrentamientos más cruentos: el 5 de julio, en la comunidad de Las Varas, se desató una balacera que dejó 26 muertos de acuerdo con la Fiscalía General del Estado (aunque otras versiones sugieren que el saldo fue mucho mayor). Después de estos hechos de violencia, las fachadas de Las Varas quedaron marcadas por cientos de disparos y la población se redujo a la mitad. En la cabecera municipal, BBVA anunció que cerraría su única sucursal bancaria, a causa de la inseguridad. Después de que los criminales secuestraran a un doctor en el municipio aledaño de Gómez Farías, los centros de salud suspendieron temporalmente actividades. Incluso el jueves de la semana pasada, mientras preparaba este texto, cuatro personas murieron en un enfrentamiento entre la Policía Federal y sicarios, en el camino que lleva a Las Varas (al parecer, el ataque fue una represalia después de que fuera arrestado el primo de El Ochenta, líder de La Línea). Mientras el gobernador Javier Corral y el gobierno federal se acusan mutuamente, Madera vive una verdadera crisis humanitaria.

Salvatierra, Guanajuato. Salvatierra podría ser un segundo San Miguel de Allende. No sólo es la ciudad más antigua de Guanajuato (la cédula real que le otorga esa categoría data de 1644) sino que el municipio concentra varias haciendas y templos de enorme valor histórico. En lugar de ser una nueva joya turística, Salvatierra es el epicentro de la crisis de violencia que ha transformado el estado, para mal, en los últimos tres años. Tanto grupos procedentes de Michoacán, como el Cártel Jalisco Nueva Generación, se disputan la extorsión, el narcomenudeo y otras actividades delictivas en Salvatierra. Sin embargo, un rasgo distintivo de Salvatierra es que el repunte de la violencia coincide con las deportaciones masivas de migrantes procedentes de Estados Unidos, que iniciaron desde la administración de Obama, y que podrían agravarse como resultado de las políticas de Donald Trump. Como en otras ciudades pequeñas del Bajío, en Salvatierra la migración y las remesas eran los pilares de la economía (es la segunda ciudad del país por mayor dependencia de las remesas). Hoy en día, la delincuencia parece el único reemplazo al sueño americano.

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