Érase una vez un Número

Crónica de un enfrentamiento anunciado

El columnista dice que el mensaje del nuevo gobierno es claro: centralismo, desconfianza en las administraciones locales, control económico y político.

Una de las propuestas del Presidente Electo que más se ha discutido es la idea de desaparecer las delegaciones de las distintas dependencias del gobierno federal, creando unos superdelegados que dependerían directamente de la presidencia y que se denominarían: "Delegados de Programas Integrales de Desarrollo".

Pienso, que como todas las ideas que ha ido anunciando el Presidente Electo, esta propuesta va ir cambiando con el tiempo, pero hoy el mensaje es claro: centralismo, desconfianza en las administraciones locales, control económico y político; y control de los padrones por miembros del partido político del Presidente; todo enmarcado en un mensaje de disminución de la burocracia, cercanía a la ciudadanía y mayor austeridad.

Nadie parece oponerse y es natural, la agenda para dar mayor responsabilidad a las autoridades locales en los programas de gobierno está más que desgastada. El daño que han hecho los gobernadores corruptos e irresponsables ha dejado sin argumentos a los que consideramos que los gobiernos estatales podrían ser más eficientes, eficaces y efectivos, que el gobierno federal, para operar un buen número de programas de gobierno.

Por otro lado, ¿quién podría oponerse a diminuir la burocracia y tener mayor austeridad? Ciertamente es un exceso el número de delegaciones que tienen las dependencias federales, con estructuras que podrían ser compartidas. En el caso de Guanajuato identifico 44 delegaciones (aunque seguramente son más) si bien la estrategia no podría operar en todas.

Entre las 44 se encuentran las que brindan servicio directo a los ciudadanos como la CFE, Aduanas, IMSS, etc., que seguramente no entrarían en la estrategia; tampoco aplicaría a las que tienen que ver con la seguridad o las que pertenecen a órganos autónomos.

Estaríamos hablando entonces de cerca de 30 oficinas delegacionales en donde se supone aplicaría la estrategia; ya señalamos lo adecuado de compartir recursos humanos, materiales y financieros; la interrogante esencial es si se va a producir un gobierno más efectivo; la nueva administración debe cuestionarse sobre cómo un coordinador resolvería asuntos que son responsabilidad de la Comisión Nacional del Agua, del Instituto Nacional de Antropología e Historia o de Protección o de la Comisión Nacional de Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, al mismo tiempo, por señalar sólo tres; menos aún si los nombramientos tienen un perfil claramente político, no técnico.

¿Cómo estaría la estructura de mando? ¿Quién respondería a las secretarías y dependencia por los asuntos de su competencia? ¿A quién se pedirá cuentas? En caso de una demanda legal, ¿quién asumiría la responsabilidad? ¿El superdelegado se encargaría de emitir los pasaportes? Queda claro que la estrategia deberá matizarse cuando la nueva administración se enfrente a la dosis de realidad a la que todo nuevo gobierno se enfrenta, más cuando existe un cambio en el partido en el poder.

Pero aún así, ¿no sería mejor fortalecer las capacidades de los gobierno locales? Cuando se revisa lo que hacen las delegaciones es claro tiene mayor sentido trasladar muchas de estas actividades a los gobiernos locales y al mismo tiempo lograr lo que se busca: "Agilizar el esquema burocrático, adelgazar el aparato, optimizar los recursos, evitar la duplicidad de funciones y de gasto, garantizar que los programas y apoyos lleguen directamente a donde están destinados, una mayor eficiencia", en palabras de Mauricio Hernández, superdelegado en Guanajuato.

La lógica, como lo ha expresado Sergio López Ayllón, director del CIDE, en un artículo sobre federalismo escrito en Milenio, "es dejar al nivel más amplio (el federal) algunas de las responsabilidades que requieren mayor nivel de acción (por ejemplo, la emisión de moneda, las relaciones diplomáticas, algunos impuestos) y dejar a los gobiernos locales (estatales o municipales) otras que en teoría permiten una mejor acción anclada en las especificidades de cada parte del territorio".

Hoy se habla de levantar un censo casa por casa, como si el gobierno federal no hubiera levantado uno y muchos gobiernos locales otros. Ojalá que lo que se anuncia como la crónica de un enfrentamiento anunciado entre diferentes órdenes de gobierno, se convierta en un debate serio sobre el federalismo, porque hasta hoy, los gobiernos locales parecen irrelevantes en la llamada "Cuarta Transformación de la República".

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