Érase una vez un Número

Escenarios 2019

Hace unas décadas los primeros años de gobierno estuvieron marcados por crisis económicas, que ya son parte de la historia, pero los últimos sexenios han arrancado con un menor crecimiento

Los primeros años de gobierno no han sido muy buenos en nuestro país. Hace algunas décadas los cambios de sexenio estuvieron marcados por crisis sexenales con impactos severos para la sociedad mexicana; la de 1976 a finales del sexenio de Luis Echeverría, la de 1982 a meses de que terminara el sexenio López Portillo y la del famoso "error de diciembre" en 1994.

Esas crisis periódicas afortunadamente ya son parte de la historia; no obstante, si revisamos los inicios de sexenio posteriores, vamos a encontrar que los cambios de estafeta no han sido particularmente buenos. En el 2000 la economía creció 4.9 por ciento y en el 2001 1.0 por ciento; en el 2006 el PIB creció 4.5 por ciento y en el 2007 2.3 por ciento; y para 2012 y 2013 los crecimientos fueron 3.6 y 1.4 por ciento, respectivamente.

El cambio de estafeta de este sexenio partirá de un menor crecimiento, ya que se espera sea de sólo 2.1 por ciento en el 2018. Para 2019 la mediana de la Encuesta de Especialistas en Economía del Sector Privado del Banco de México ubica el crecimiento del PIB también en 2.1 por ciento, con un máximo de 2.8 y un mínimo de 1.6 por ciento. Por su parte el Fondo Monetario Internacional pronostica para el mismo año un crecimiento muy similar al más optimista de la encuesta (2.7 por ciento).

Aunque el escenario de crecimiento de la economía de Estados Unidos se espera mejor que en los sexenios anteriores, 2.7 por ciento de acuerdo a las previsiones del FMI, que se compara con crecimientos de 1.0 por ciento, 1.8 por ciento y 1.7 por ciento registrados en 2001, 2007 y 2013, respectivamente; me temo que estaremos más cerca del dato más pesimista de la encuesta de Banxico.

La visión más pesimista viene de analizar la posible evolución de la economía por el lado de la demanda; es decir, consumo privado, gasto de gobierno, formación bruta de capital fijo y exportaciones netas.

Es de esperarse que el gasto público vaya lento dados los cambios que se desean impulsar en la forma de operar las compras gubernamentales, la poca experiencia de los nuevos servidores públicos y las modificaciones en los programas de gobierno.

En cuanto a la formación bruta de capital fijo tampoco hay buenas expectativas para el primer año de gobierno, considerando la poca disponibilidad de recursos fiscales para impulsar la inversión pública, la inexistencia de proyectos ejecutivos para las nuevas obras y el tiempo que tardarían las licitaciones. Tengo la impresión, adicionalmente, que los grandes esfuerzos de austeridad en el gasto corriente van ir a dar a otros programas que son calificados como gasto corriente y no como gasto de capital.

Respecto de la inversión privada, que ha permitido que los niveles de inversión respecto del PIB en México hayan crecido en los últimos años a pesar de la caída en la inversión pública, es de esperarse que en el primer año la inversión privada energética se encuentre en pausa mientras se revisan los contratos. No veo tampoco mucho interés por continuar las rondas de asignación en energía eléctrica y menos en petróleo. La inversión privada que está motivada por el Tratado de Libre Comercio, por otro lado, también puede alentarse mientras no culmine la renegociación y se estudien las implicaciones de las modificaciones acordadas.

Las exportaciones van a seguir siendo un motor importante de la economía dado el crecimiento esperado por los Estados Unidos y los aranceles que se anuncian para países que compiten con nosotros en el mismo mercado, como China y Turquía. La contrapartida es que las importaciones también seguirán aumentando y tomando una mayor parte del consumo privado, especialmente las que vendrán de países con los que firmamos el TPP y de China, que buscará otros mercados para sus productos.

La duda es qué pasará con el consumo privado. Si nos atenemos a los últimos sexenios, la tasa de crecimiento en el primer año de gobierno ha sido inferior al del último del sexenio anterior; por ello, no creo que la tasa de crecimiento de 3.4 por ciento de crecimiento del consumo privado de los últimos años pueda mantenerse.

Yo diría, en síntesis, que no debemos esperar mucho del primer año de gobierno, aunque ojalá el FMI esté en lo correcto y yo equivocado.

COLUMNAS ANTERIORES

No desperdiciemos una buena crisis
Todavía puede rescatarse el sexenio en materia económica

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.