Universo Pyme

Cinismo avanza entre Pymes informales

No podemos convertirnos en un país en el que el cinismo acepta modalidades empresariales informales e ilegales, opina el columnista.

Una cosa es ser informal por voluntad y otra es alardear de cinismo

El asunto pudiera plantearse en el terreno de lo anecdótico pero desafortunadamente va mucho más allá. Refiero al descaro que acompaña a algunas prácticas empresariales de iniciativas emprendedoras que voluntariamente han adoptado la opción de mantenerse en la informalidad.

Una fotografía que me fue enviada alcanzó ya las planas de diarios en la capital del país. Ahí se distingue, en plena calle, un "puesto" muy bien puesto. Tiene su techito con colores que evocan a la empresa productiva del Estado, Petróleos Mexicanos. Se trata de una estación de expendio de gasolinas y diésel.

El dueño ha de apellidarse Pérez porque así lo alerta la identificación de "el expendio". Vende garrafones llenos de combustibles. Todos perfectamente llenados, parejitos y organizados por clase de combustible. Es evidente que se trata de gasolinas producto de la ordeña de ductos de Pemex. En serio que el asunto pasa del cinismo a mostrar que nada se tiene de madre.

También existen estas actitudes cínicas en empresas con "modelos mixtos". En una misma empresa hay cobros y pagos que se soportan con factura y otras partidas no tienen más que una notita de remisión que nada le dice al fisco y nada de deducibilidad se puede hacer con el "documento".

Poco a poco tanto empresas muy pequeñas como otras no tanto incorporan la tecnología conscientes de que es la única manera de conseguir mejores resultados, más ventas, planeación y evaluación de lo que se hace. La teoría recomienda medir resultados, medir todo lo que se pueda medir y estudiar los resultados que los números indiquen.

Para muchas micro empresas, las abarroteras por ejemplo, de las que hay más de un millón o cerca de un millón en el país darse cuenta que tienen que contar con una estrategia para el reabastecimiento de los productos que ofrecen a sus clientes porque no hacerlo de esa forma les puede significar sobre inventariarse.

Son ya muchas las tiendas que tienen su punto de venta con computadora, lectora de códigos e impresión del ticket. Esos sistemas permiten mucha precisión de lo que se ha vendido y de lo que tiene que comprarse, los productos que más se venden y el margen de ganancia.

Toman el ejemplo empresas informales por voluntad.

Hay empresas de servicio que cuentan con pago mediante el uso de plástico bancario que no están directamente bancarizadas. Tienen una relación completa de sus clientes y de los pagos que hacen o tienen que hacer. Algunas van más allá: mandan aviso de que la mensualidad está por cumplirse y recuerdan que hay que hacer el pago con un límite de fecha para realizarlo. En el cinismo algunas advierten que realizar el pago posterior a la fecha límite les implica tener un sobre precio en el servicio.

En buen español, hay que pagar un interés por rebasar las fechas marcadas como máximo para realizar los pagos. Pídale a estas empresas que le extiendan una factura. No la otorgan porque no son empresas formales. Se dan el lujo de imponer sanciones pero no corresponden con una factura al cliente.

El gobierno federal no puede permitir esos excesos. Qué bueno que las empresas pequeñas incorporen tecnología para conceder a sus clientes facilidades de pago de productos o servicios pero lo que no pueden hacer es comportarse como empresas formales cuando no lo son.

Refiero el caso de un colegio de prestigio en el que la colegiatura se paga con varios esquemas de pago; hay posibilidades de hacer transferencias bancarias o bien se reciben cheques e incluso se imposibilita que el padre de familia pague en efectivo. Pero a la hora de los útiles escolares o de los uniformes ahí no opera la facilidad. Hay que pagar en estricto contado.

Seguramente lo anterior deriva de una situación que es fácil imaginar. Ni los útiles ni los uniformes son negocios de la escuela sino de otras empresas que conceden alguna comisión al colegio para que , incluso dentro de las instalaciones del plantel educativo, se ofrezcan esos productos. La empresa proveedora, no el colegio sino una tercera en cuestión, es informal y prefiere que los pagos por los útiles, libros o uniformes se paguen al contado.

Una institución seria debería obligar a sus proveedores a que sean empresas formales y permitan no solo el pago con modernos sistemas, sino puedan extender a solicitud del padre de familia facturas para poder realizar la deducibilidad correspondiente.

Lo que no podemos hacer es convertirnos en un país en el que el cinismo acepta esas modalidades empresariales informales e ilegales. Es algo en lo que se tendrá que trabajar mucho en la siguiente administración federal. En el caso del expendio de gasolinas "Pérez", lo más seguro es que si usted va y toma un galón de producto sin pagarlo tenga un problema y el "empresario" (delincuente en realidad) cuente con un policía que lo proteja ante tal abuso. Hágame el canijo favor.

No podemos convertirnos en una nación de cínicos. Es demasiado más allá de lo que ya es demasiado.

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