Enrique Cardenas

Balance de las reformas estructurales de EPN: la fiscal (2)

Aumentos en la recaudación tributaria, en la base gravable, en el número de declaraciones y en la carga fiscal, son elementos que destacan de la reforma fiscal en esta administración.

La semana pasada escribí en este espacio que uno de los efectos distintivos y más relevantes de la reforma hacendaria del gobierno actual fue el aumento histórico de la carga fiscal, que desde siempre ha sido muy baja en el país. Los ingresos tributarios pasaron de 1.3 billones de pesos en 2012 a 2.9 billones en 2017. Pasaron del 8.4 por ciento del PIB al 13.1 en apenas cinco años. Es un aumento sin paralelo en la historia hacendaria del país. Y vale la pena explorarlo un poco más.

De este aumento en la recaudación tributaria, el 43 por ciento provino del Impuesto sobre la Renta (ISR), el 53 de los Impuestos Especiales por Productos y Servicios (IEPS), el cuatro por ciento restante provino de otros impuestos distintos al IVA, cuya recaudación no aumentó. Importa destacar que la contribución de más ISR provino casi en partes iguales de las personas morales y de las personas físicas.

Dicho aumento en la carga fiscal se debió a menos evasión, que ha sido una calamidad en México, y a que más personas y empresas pagan impuestos, o sea, aumentó la base gravable. De acuerdo con un estudio reciente de la Universidad de las Américas Puebla (http://omawww.sat.gob.mx/administracion_sat/estudios_evasion_fiscal/Documents/Evasion_global2017.pdf), el SAT logró disminuir la evasión fiscal dramáticamente, de 4.8 por ciento del PIB en 2012 a 2.6 en 2016. Es decir, hubo una mejor administración tributaria que debe reconocerse.

En segundo lugar, la base gravable, es decir el número de causantes registrados, también aumentó. Por un lado, el número de personas afiliadas al IMSS creció de 15.9 millones de personas a 19.2 millones, casi tres millones y medio de trabajadores y patrones entre 2012 y 2017. Para ello contribuyeron diversos estímulos, como el plan de incorporación fiscal (RIF) que sustituyó al antiguo régimen de los pequeños contribuyentes que tenían un tratamiento muy benévolo, y cuya recaudación del RIF aumentó de 4.9 a 30.8 mil millones de pesos en 2016.

Es cierto que muchas de las personas que se adhirieron al IMSS ya estaban trabajando anteriormente en el sector informal, y por lo tanto no refleja un aumento del empleo en toda su magnitud, pero sí es un indicador de bienestar. Personas afiliadas al IMSS tienen seguridad social de mayor calidad y cobertura de quienes no lo están.

Pero por otro lado, el SAT reporta que el número de personas físicas que presentaron su declaración fiscal también aumentó, de 1.2 a 2.9 millones de contribuyentes entre 2013 y 2017. Las personas morales contribuyentes pasaron de 484 mil a 616 mil entidades. Ello quiere decir que alrededor de la mitad de quienes se adhirieron al IMSS tenían ingresos suficientemente altos para requerir la presentación de una declaración de impuestos, lo cual ya implica una mejora en el empleo bien remunerado. Estos indicadores, en conjunto, reflejan el aumento de la base gravable.

La carga fiscal también aumentó por los nuevos impuestos a las bebidas y alimentos con alto contenido calórico, y principalmente al cobro efectivo de un impuesto especial al consumo de la gasolina y el diésel que, en los años previos a 2014, era en realidad un subsidio. Este impuesto contrarrestó en gran medida la pérdida de los derechos por la exportación de crudo que ocurrió desde 2014 por la caída del precio internacional del petróleo. Este impuesto a las gasolinas y diésel, por cierto, llegó para quedarse: el presidente electo ya dijo que el precio de las gasolinas sólo aumentará en la medida que aumente la inflación. Y es una medida correcta. Se trata de un impuesto progresivo, fácil de cobrar y que en principio ayuda al medio ambiente. Lástima que impacte la inflación y el nivel de bienestar de la gente, lo cual se debe contrarrestar.

Por tanto, lo que se puede inferir de esta información es que además de disminuir la evasión, el crecimiento económico que trajo aparejado el aumento de trabajadores afiliados al IMSS y que pagaron impuestos, contribuyó a hacer exitoso el elemento recaudatorio de la reforma fiscal. También refleja algo que ya conocemos. De acuerdo con datos de "México cómo vamos" (http://www.mexicocomovamos.mx), la mayor parte de los trabajadores que se afiliaron al IMSS en este sexenio trabajan en el sector de la transformación y en servicios, y ocurrió principalmente en los estados del centro-norte del país. Estos son los mismos estados que registraron mayor crecimiento económico, muy por encima del promedio nacional. Estos son los estados donde los niveles de escolaridad y de movilidad social son más altos, donde es más fácil salir adelante sin importar tanto dónde se nace. Por eso está bien que el presidente electo, López Obrador, esté planteando darle énfasis al sur del país. Lo necesitamos con urgencia.

Así, queda claro que la política fiscal se debe enfocar a ampliar la base gravable para mejorar la recaudación, con el fin de prestar más y mejores servicios públicos. Se debe retomar la propuesta del CEEY de 2012 que se actualiza en "El México del 2018" (https://ceey.org.mx/campanas/registro/): disminuir los costos de la formalización de la economía para ampliar la base gravable, la recaudación, y financiar así un sistema de protección social universal que sea el pilar de una amplia política de movilidad social y de un crecimiento robusto y para todos.

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