Enrique Cardenas

El tsunami selectivo en Puebla

En Puebla hubo un retroceso en la vida democrática porque se emularon las prácticas de Mario Marín (y más atrás las de Maximino Ávila Camacho) para ganar la gubernatura.

El tsunami AMLO en el país fue asombroso. Con una votación copiosa, Andrés Manuel López Obrador ganó en todos los estados de la República, menos en Guanajuato, bastión del PAN. En estados dominados históricamente por el PRI, como el Estado de México, desplazó a Meade y, aun en municipios tan identificados con ese partido, como Atlacomulco, también triunfó.

En Puebla, AMLO ya había ganado las últimas dos elecciones en la votación presidencial, pero había tenido poco impacto en presidencias municipales; la izquierda no pintaba. Los gobernadores y alcaldes solían ser del PRI y, en la era Moreno Valle, del PAN. El control morenovallista llegaba al Congreso estatal, junto con sus partidos satélites, y a la fracción parlamentaria del estado a nivel federal. Incluso dejó como gobernador a Antonio Gali Fayad, quien mantuvo prácticamente el mismo gabinete que su antecesor.

En la elección del domingo pasado, el tsunami AMLO arrasó con el Congreso estatal, con las diputaciones federales y las senadurías por Puebla. Además venció en la capital y en los municipios de la zona conurbada, así como en los más populosos del interior del estado, como Tehuacán, las dos Cholulas, Teziutlán, Huejotzingo, San Martín Texmelucan, entre otros. Ganó 16 de los 26 distritos electorales locales, y solamente perdió uno de los distritos federales. Pareciera que la maquinaria de Moreno Valle no fue capaz de detener la avalancha, a pesar de los reportes anecdóticos de compra de votos y de operación en tierra al estilo rupestre. Es imposible saber cuánto dinero circuló el domingo y en los meses previos. Aun así, la voluntad de la gente se expresó y se obtuvieron los resultados mencionados.

Sólo hubo una excepción relevante: la gubernatura cuya candidata es precisamente su esposa, Martha Erika Alonso de Moreno Valle. En este caso particular, se argumenta que el voto fue diferenciado. De acuerdo con los resultados distritales dados a conocer ayer, aventaja al candidato de Morena con casi 100 mil votos, menos de cuatro puntos porcentuales. ¿Qué pasó? ¿Es Martha Erika A. de MV muy popular? ¿O más bien la maquinaria electoral y de presión política funcionó?

Parece que el asunto es similar a la operación del PRI en el Estado de México del año pasado. Dinero, dinero y mucho dinero, especialmente en las zonas más pobres. Algunos datos: la participación promedio del estado fue de 67.7 por ciento. En los distritos de la sierra norte, algunos de los más pobres de la entidad (Xicotepec, Huauchinango, Zacatlán, Zacapoaxtla, Tlatlauquitepec y Teziutlán), la participación osciló entre 70 y casi 76 por ciento. En esos distritos la señora Moreno Valle tuvo una ventaja de casi 90 mil votos sobre Barbosa, más de 90 por ciento de la diferencia existente entre ambos. Si a esa diferencia se le suman los resultados de otros dos distritos pobres en la Mixteca: Izúcar de Matamoros y Ajalpan, se completan casi otros 100 mil votos de diferencia a favor de Martha Erika sobre Miguel Barbosa. Esos ocho distritos explican la diferencia de votos entre ambos contendientes. Pero además, hay más de 100 mil votos anulados que, curiosamente, corresponden a casi cuatro por ciento. En las zonas metropolitanas más importantes el triunfo fue para Barbosa. La maquinaria morenovallista parece haber sido muy efectiva para comprar voluntades y diferenciar el voto para la elección de gobernador.

Y para asegurar el resultado, todo parece indicar que el morenovallismo utilizó la técnica de Maximino Ávila Camacho, o la de Mario Marín en tiempos más recientes: asustar, amedrentar, reventar la elección a punta de pistola para meter miedo y afectar los resultados. En total, delincuentes electorales armados vandalizaron o se robaron las urnas de 70 casillas, de acuerdo con la Junta Distrital del INE. Cientos de personas fueron testigos, miles perdieron su voto. Ese día, además, hubo cinco asesinatos relacionados con lo electoral. Es un retroceso de décadas en la vida democrática del estado. Por si fuera poco, antier hubo una trifulca entre morenistas y panistas en un hotel de la ciudad de Puebla, en la que presuntamente se devela el fraude. También hubo violencia. Alrededor de la mitad de las denuncias que recibió la FEPADE durante la jornada electoral fueron de Puebla.

Y en todo ello, el gobierno del estado ha estado más bien ausente. Quedan muchas cuestiones por aclarar y la autoridad no responde a satisfacción. Ante el sesgo observado de la autoridad electoral local, y ante un fuerte control de la mayoría de los medios de comunicación, parece urgente que el INE a nivel nacional atraiga el caso Puebla y concluya el resto del proceso electoral. Por su parte, la FEPADE debe actuar a fondo y sin que haya impunidad.

Antier salimos a marchar a las calles unas 20 mil personas para exigir el freno a la violencia electoral y el cumplimiento de la ley. Se debe asegurar a los ciudadanos que su voluntad será respetada en el proceso y todos debemos estar indignados por la violencia electoral y por la ausencia de autoridad legítima en estos graves momentos en la vida del estado.

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