Enrique Cardenas

Fin de Peña, inicio de AMLO

El inicio del sexenio será paradójico: por un lado, verbenas populares que aprueban en consultas los planes del nuevo gobierno; y por el otro, incertidumbre económica y jurídica.

Estas son las últimas horas de Peña Nieto como presidente de la República. ¿Cómo lo recordará la historia, y en particular la historia económica? No cabe duda que inició su sexenio con fuerza al lograr lo que hasta entonces era inimaginable. Un acuerdo político para llevar a cabo un buen número de reformas y cambios que desde hacía años habían sido bloqueados por una fuerza política u otra. El Pacto por México, que firmó al día siguiente de tomar posesión con la aprobación del PAN, PRI y PRD, al que luego se sumó el Verde, guio, en buena medida, su política pública y su gobierno, al menos en lo formal. Lucía prometedor. Era una lucha contra los poderes fácticos más importantes, como en las telecomunicaciones. A lo largo del sexenio se llevó a cabo la reforma fiscal (que disminuyó nuestra dependencia de los ingresos petroleros y aumentó la carga fiscal), la reforma energética, la educativa, se le dieron atribuciones a la Cofece que la hicieron más efectiva en promover la competencia, se hizo una ley de responsabilidad hacendaria para los estados, se construyó infraestructura carretera y portuaria, se inició la construcción del tren rápido a Toluca y el nuevo aeropuerto de Texcoco. También se modificó la Constitución para establecer el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y una fiscalía autónoma, entre muchas otras acciones.

Pero esas políticas positivas, algunas de las cuales son de gran calado y transformadoras, fueron ensombrecidas por el aumento de la deuda pública y el bajo crecimiento. Pero sobre todo fueron más que opacadas por la corrupción, la impunidad y la creciente inseguridad y pérdida de vidas humanas que rompió todos los récords. Los avances no se reconocen debido, justamente, a que estos graves problemas afectan a todos los habitantes del país, de manera cotidiana y han transformado nuestra vida social. Peña Nieto se va con un saldo que podría ser mucho mejor si se hubiera combatido frontalmente la corrupción, la impunidad y la inseguridad. Como alguien me dijera en junio de 2014 al conocerse el asunto de la 'casa blanca': "El presidente no se ha dado cuenta que le dieron en la línea de flotación". Y así fue. A partir de esos hechos y la tragedia de Ayotzinapa, el sexenio de Peña inició su declive. Su ausencia vergonzante del máximo cargo del país en los últimos meses de su mandato ha hecho ominosos ciertos eventos de los que hemos sido testigos. El mayor, a mi juicio, la reunión del presidente electo con más de 30 mil efectivos de las Fuerzas Armadas, al lado de los secretarios de la Defensa y de Marina como si ya fuera su comandante en jefe, mientras Peña Nieto andaba por otro lado. Abandonó, hace mucho el barco a cambio de la 'gobernabilidad' o del también llamado pacto de impunidad.

En el caso del presidente electo López Obrador, que en dos días tomará posesión, inició el periodo de transición con una gran popularidad por su triunfo indiscutible del 1 de julio. Llegará, finalmente, a la presidencia de la República. Con las semanas y los meses, su gobierno inició a toda velocidad en otro poder, en el Legislativo, como si cada instante fuera de vida o muerte. A esas iniciativas legislativas se agregaron las acciones y decisiones de AMLO. Comenzaron las contradicciones entre afirmaciones y promesas anteriores y acciones de su equipo de transición o de sus legisladores. Las contradicciones, sin abundar, incluyen el levantamiento del Censo del Bienestar para encontrar a los beneficiarios de los programas sociales llevado a cabo por Morena en lugar de hacerlo institucionalmente, la 'consulta' para decidir la cancelación del nuevo aeropuerto (también llevada a cabo por Morena y argumentando que es 'democrática'), la decisión de cancelar el NAIM por el sólo resultado de la 'consulta', la reducción de sueldos de los servidores públicos, las iniciativas legislativas de su coalición sobre el sector financiero, la minería, el secuestro del ahorro de los trabajadores. Más consultas sobre diversos temas, un Consejo Asesor de Empresarios en el que destacan las tres televisoras y uno de los constructores del gobierno que hasta entonces eran presumiblemente parte de la "mafia del poder", la militarización de facto del país mediante el llamado Plan de Seguridad, entre otros.

Las contradicciones abiertas ya tuvieron su impacto en el 'ambiente económico' y tanto el próximo secretario de Hacienda, como el mismo AMLO, han tenido que salir en conferencia de prensa o en video por las redes a tratar de 'tranquilizar' las cosas. Al clima de unilateralidad y centralización de poder, 'respaldados por 30 millones de votos', apareció el posicionamiento de Enrique Alfaro, en Jalisco, en defensa del pacto federal y apelando a respetar la dignidad de su estado con el respaldo de amplios grupos sociales y políticos (https://tinyurl.com/ydeg646w). La respuesta de AMLO fue desafortunada: "No me voy a dejar chantajear", así como la del líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal: "No me imagino al estado, cualquiera que sea, aislado del gobierno federal, es altamente dependiente un estado de la Federación, en materia de inversión, en materia de seguridad… (el presidente López Obrador) puede decidir el retiro de las Fuerzas Armadas de las entidades".

En fin, el inicio del sexenio de AMLO será paradójico: por un lado, verbenas populares que aprueban en consultas los planes del nuevo gobierno; y por el otro, incertidumbre económica y jurídica, pérdida de confianza y temor fundado a una vía autoritaria y sin contrapesos.

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