El Paquete Económico que presentó el secretario de Hacienda el sábado 15 de diciembre fue recibido con un respiro, pero sin mayor entusiasmo. Un rápido diagnóstico positivo de algunos analistas se debió a cifras generales que apuntan a un superávit primario (no tendremos que pedir prestado para pagar intereses) del 1.0 por ciento, producto de ingresos suficientes y a una contención de los egresos y, en particular, de los proyectos prioritarios del presidente López Obrador. Pero me parece que el Paquete encierra algunos focos de alerta que es necesario destacar: los ingresos están sobrestimados, los egresos subestimados, y el crecimiento será bajo en 2019.
Por el lado de los ingresos, según lo mencionado por Aristóteles Núñez (https://twitter.com/AristotelesN/status/1074433197054836736 y https://twitter.com/AristotelesN/status/1074433195599425536), el Presupuesto no considera los sacrificios fiscales como consecuencia de la reducción de impuestos en la frontera norte. Su cálculo es de más de 42 mil millones de pesos en IVA e ISR que se dejarán de recaudar. También en los ingresos petroleros existe una incongruencia: se pronostica un aumento del 1.0 por ciento respecto de lo observado en 2018, producto del aumento del dólar, al tiempo que también se incrementa el impuesto especial (IEPS) de gasolinas en 41.1 por ciento, casi 80 mil millones de pesos. Eso es inconsistente: si suben los ingresos petroleros al aumentar el dólar, debe entonces disminuir el IEPS para mantener estable el precio de la gasolina. La relación es aproximadamente de tres a dos; es decir, si aumentan los ingresos petroleros tres pesos, disminuye la recaudación del IEPS dos pesos. No se puede lograr que ambos aumenten al mismo tiempo. Esa inconsistencia en los ingresos petroleros y el IEPS a la gasolina representa al menos unos 85 mil millones de pesos menos de ingresos.
Por otro lado, hay una subestimación del gasto porque Hacienda considera que el dólar costará en promedio 20 pesos en 2019. Esto es inconsistente con otros dos supuestos: la inflación esperada será de 3.4 por ciento (por debajo del 4.7 de 2018), por lo que el tipo de cambio nominal tenderá a aumentar en al menos ese porcentaje. Y además, el gobierno está pronosticando un aumento del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, de 21.7 mil millones de dólares (1.8 por ciento del PIB), en 2018, a 27.3 mil millones (2.2 del PIB), en 2019. El aumento del déficit de las transacciones de México con el exterior requerirá inversión extranjera y deuda externa en esa cantidad, lo cual no es sencillo conseguir si continúan las perspectivas del país a la baja, y necesariamente ese déficit tenderá a depreciar el peso. Por tanto, suponer que el dólar costará 20 pesos a lo largo de 2019, luce utópico.
Ser más realista con la cotización del dólar, arriba de 20 pesos, impactaría tanto a los ingresos como a los egresos en el Presupuesto. En los ingresos, aumenta la renta petrolera pero, como ya vimos, esto disminuye el IEPS. En los egresos, un dólar más caro aumenta el costo del financiamiento de la deuda externa en esa misma proporción. Dado que el pago de la deuda pública (no toda es externa) es uno de los componentes más grandes del gasto, 749.1 mil millones de pesos (13 por ciento del gasto total y alrededor del 70 por ciento de lo que representa la nómina del sector público), aumentar el valor del dólar tendría un impacto muy elevado en el gasto total. Si además se considera que las tasas de interés seguirán aumentando, tanto por la situación de los mercados internacionales como por el aumento del riesgo país generado por la cancelación del NAIM (sólo de julio a noviembre de este año el diferencial de la tasa de interés de deuda de corto y de largo plazo aumentó entre siete y nueve puntos porcentuales), la subestimación del gasto es todavía mayor. Estamos hablando de muchos miles de millones de pesos adicionales de gasto.
Finalmente, vale la pena poner estos datos en relación a la inversión pública del año: los proyectos prioritarios de inversión del nuevo gobierno son el Tren Maya (seis mil millones de pesos), Corredor Transístmico (0.9 mil millones), Infraestructura aeroportuaria (18 mil millones), plantación de árboles maderables (15 mil millones) y en todo caso caminos rurales (2.5 mil millones). Es decir, los proyectos de inversión prioritarios llegan a 42.1 mil millones de pesos en 2019 (más la nueva refinería), una cifra muy pequeña para el país. Apenas llega al 0.3 por ciento del PIB. Ello implica que el crecimiento económico de 2019 estará solamente impulsado por la inversión privada (y lo que se haga en Pemex). Por ello resulta relevante la pésima decisión de cancelar el NAIM. Además de los 120 mil millones de pesos tirados a la basura por la cancelación del proyecto, es necesario agregar los más de 60 mil millones que se dejarán de invertir durante 2019 y su impacto en la inversión a futuro. Se trata de una inversión muy superior a la que hará el gobierno en varios años.
En conclusión, el Paquete Económico 2019 tiene problemas serios: los ingresos del sector público están sobrestimados, los gastos están subestimados y por tanto, como sucedió en el sexenio de Peña Nieto, es poco probable que se alcance la meta de generar un superávit primario como lo plantea Hacienda. Y encima, la inversión pública y seguramente la privada seguirán a la baja, causa principal del bajo crecimiento económico del país.