Coordenadas

Advertencia a tiempo por parte de Fitch

Ante la calificación que Fitch dio a Pemex, Quintana sostiene que aún hay tiempo para dibujar un buen futuro para la paraestatal.

El viernes pasado, Fitch Ratings, una de las tres calificadoras más importantes del mundo 'le sacó la tarjeta amarilla' a Pemex.

La empresa ratificó las calificaciones de la deuda de la paraestatal, pero las puso en perspectiva negativa, cuando anteriormente las había calificado como estables.

El argumento central de Fitch para hacer este cambio señala lo siguiente: "…futuros cambios potenciales en la estrategia de negocios de Pemex podrían acelerar el debilitamiento de la estructura de capital de la compañía".

Es decir, más allá de los problemas que Pemex tenga en el presente, lo que más preocupa es lo que AMLO y su equipo han planteado para el futuro de la empresa.

Ante el hecho, la próxima secretaria de Energía, Rocío Nalhe, calificó de absurda la decisión: "No entiendo qué datos tenga. Cuando está diciendo que hay incertidumbre en la estrategia de negocios de Pemex, es absurdo."

Si en lugar de descalificar el argumento, la próxima secretaria tratara de entender el argumento detrás de la decisión, se podrían emprender acciones que eviten que en el futuro la calificación baje.

Por su parte, AMLO pidió a Fitch asumir la responsabilidad de respaldar la reforma energética, a la que calificó como un fracaso.

En particular, la estrategia para construir la refinería de Dos Bocas con inversión pública, es quizás lo que más preocupa.

Fitch no es la calificadora que tiene peor calificada la deuda de Pemex. La deuda global tiene la nota BBB+, que equivale a un par de escalones por arriba del mínimo requerido para tener grado de inversión. Es decir, podría bajar la nota un escalón y Pemex no perdería el grado de inversión.

El temor es que Moody's vaya a seguir el mismo camino de Fitch y decida bajar la nota, lo que en ese caso sí implicaría la pérdida del grado de inversión, pues está en Baa3.

Eso significa que muchos fondos internacionales saldrían al mercado a vender la deuda de Pemex, pues para mantenerla en sus portafolios, requieren que tenga ese grado.

Y, sería muy difícil que al final la propia deuda del gobierno mexicano no fuera degradada también, pues se sabe que respalda financieramente a Pemex.

El resultado sería un incremento generalizado de las tasas de interés para México y muy probablemente una presión fuerte sobre el tipo de cambio.

Desconozco si Rocío Nalhe entiende esto, pero tengo la certeza de que el futuro secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, o el próximo subsecretario, Arturo Herrera, lo entienden muy bien.

Apenas hace poco más de seis meses, el 12 de abril, Moody's cambió de negativa a estable la perspectiva de la deuda de Pemex. Sin embargo, hoy la perspectiva es completamente diferente.

Todavía hay tiempo de que la política que se decida sea sensata. La decisión de Fitch puede dar fuerza a quienes adentro del equipo de transición han planteado propuestas más racionales, que no pongan, de entrada, a los mercados en contra del gobierno de AMLO.

Pero también hay quien dice en el equipo de transición: "Al diablo con los mercados, no vamos a tomar decisiones a su gusto".

Les puedo asegurar que el peor escenario para el gobierno de AMLO sería llegar peleado con los mercados.

Ya los riesgos son muchos con el tema del aeropuerto. Atizar el fuego con Pemex es algo que todos lamentaríamos muy pronto.

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