Coordenadas

Aunque no lo crea, puede ganar Meade

Los resultados de las últimas tres elecciones dan cuenta de que las encuestas en febrero no son definitivas para el resultado final, dice Enrique Quintana.

Lo que dice el titular de esta columna no es una ocurrencia. Simplemente es la referencia de lo que ha pasado en las tres últimas elecciones presidenciales.

En los anteriores tres procesos electorales que vivimos en México, el resultado final implicó cambios dramáticos respecto a lo que arrojaban las cifras de febrero.

En dos casos, perdió la elección quien encabezaba las encuestas en febrero y en el otro, el marcador se modificó en casi 16 puntos.

Pero, veamos los detalles.

El 21 de febrero de 2000, de acuerdo con la encuesta coordinada por Alejandro Moreno y publicada por Reforma, se reportaba que Francisco Labastida captaba 39 por ciento de la intención de voto mientras que Vicente Fox tenía 32 por ciento. La historia ya la conoce, Fox acabó ganando con seis puntos de diferencia.

En febrero de 2006, de acuerdo con los datos de Consulta Mitofsky, Andrés Manuel López Obrador aventajaba por seis puntos a Felipe Calderón, quien se ubicaba en la segunda posición. En la encuesta coordinada por Alejandro Moreno y publicada en Reforma el 20 de febrero de 2006, López Obrador estaba adelante por 10 puntos frente a Felipe Calderón. La historia es conocida. Al final de cuentas ganó Calderón por medio punto, remontando una diferencia que parecía inalcanzable.

En febrero de 2012, la historia era muy diferente. Según Consulta Mitofsky, el candidato del PRI, Enrique Peña, llevaba una ventaja abrumadora. Era de 15.3 puntos respecto a Josefina Vázquez Mota y de 22.6 puntos frente a López Obrador, que se colocaba en tercer lugar. No eran muy diferentes otras encuestas publicadas en esas fechas. También conoce la historia, Peña le ganó a López Obrador apenas por poco más de seis puntos.

Es decir, en los últimos tres procesos electorales no ha habido un solo caso en el que no haya cambios significativos en la intención de voto durante las campañas.

Eso quiere decir que las campañas cuentan, que el resultado electoral no es inercial a las tendencias que se aprecian meses atrás.

Lo que no está claro ahora es cuáles son las tendencias que se van a modificar.

Una de las que tiene mayor potencial de cambiar es la votación por Meade. Simplemente por el hecho de que hay dos parámetros que están por arriba de su actual intención de voto: el apoyo a la gestión de Peña, que está en 26 por ciento según Consulta Mitofsky, y la suma individual de las intenciones de voto de los partidos que lo respaldan y que representa 27 puntos.

El potencial allí existe. No lo hay en el caso de Anaya y de AMLO. En el primero, su porcentaje está muy cerca de la suma de los votos de los partidos que lo apoyan y en el segundo, lo rebasa.

Claro que para que ello suceda, la campaña de Meade debe ser más exitosa de lo que lo ha sido hasta ahora.

Que en el pasado se hayan presentado cambios no implica que necesariamente deban volver a presentarse, sino que existe el potencial para que ocurran.

El dólar

Ayer le comenté que la suerte del TLCAN es uno de los tres factores que más incidencia tendrán sobre el comportamiento del dólar. Pues ayer mismo las interrogantes abiertas respecto al futuro de la séptima ronda ya volvieron a presionar a la divisa norteamericana, que por la tarde se cotizaba en 18.83 pesos. Apenas una probadita de la volatilidad que tendremos.

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