El día de ayer, el tipo de cambio del peso frente al dólar cerró en 19.60 pesos. Se trata del nivel más alto para un cierre desde el 2 de julio, el día inmediato a las elecciones.
Aunque el dólar se ha fortalecido en las últimas semanas respecto a casi todas las monedas emergentes, nuestro peso ha sido de las divisas que más ha resentido la presión.
En los últimos 30 días, en América Latina, sólo el peso colombiano se ha depreciado más que el nuestro, que ya retrocedió en 3 por ciento.
El tipo de cambio, como le he comentado, es quizás la variable más sensible a los vaivenes del ánimo de los inversionistas en los mercados internacionales.
Por eso resulta al menos sorprendente que el presidente electo señale que no habría ningún impacto de la probable cancelación del proyecto de Texcoco sobre los mercados financieros.
Si alguno de los integrantes del área económica del equipo de transición le proporciona a López Obrador un análisis honesto de lo que se dice en los mercados financieros respecto a la decisión que pueda derivar de la consulta, me parece que tendrá que advertirle que sí, que hay un riesgo de una reacción negativa en los mercados, que de hecho ya está ocurriendo.
Vaya. Incluso, detrás de las boletas que se usarán en la consulta que hoy comienza, se señala como una de las desventajas de optar por Santa Lucía, lo siguiente: "Un posible impacto negativo en los mercados financieros".
Si en la propia evaluación hecha por el equipo de transición se admitía la posibilidad que ahora parece materializarse, no tiene sentido decir que nada va a ocurrir.
Uno de los grandes aciertos del equipo de AMLO durante la campaña y en las semanas que siguieron a la elección fue que fueron proactivos y se acercaron a diversos grupos de inversionistas para explicar las estrategias del nuevo gobierno.
Con ello consiguieron al menos el beneficio de la duda y en algunos casos, incluso el respaldo de grupos empresariales.
Entre inversionistas y empresarios se generó la percepción de que sería un gobierno sensato y que tomaría decisiones económicas que habrían de propiciar la inversión privada y garantizar la estabilidad.
Si se admite que una decisión contraria a Texcoco va a generar una reacción negativa en los mercados financieros, integrantes del equipo de AMLO ya deberían estar hablando con inversionistas y empresarios para tratar de volver a recuperar la confianza.
Pero si no se admite que el tema del aeropuerto va a propiciar nerviosismo, entonces no se va a actuar… y eso tiene altos riesgos.
La propuesta de AMLO tiene diversas implicaciones. Lo peor que podría hacer el presidente electo es no reconocerlas.
Si una de sus decisiones va a pegar a los mercados, necesita operar para reducir el impacto negativo.
Si al final de cuentas, pese al resultado de la consulta, va a optar por un proyecto ajustado para Texcoco –eso es algo posible– también hay que operarlo, con los opositores al proyecto.
Cada vez que afirmo que hay sensatez en el equipo de López Obrador, viene una oleada de críticas e insultos. Ni modo. Lo sigo viendo y creyendo.
Sigo pensando en que todos los integrantes de Hacienda, de Economía y de la Oficina de la Presidencia son personas honestas y sensatas, y que siguen teniendo influencia en AMLO.
Y creo que aún tienen mucho qué hacer para evitar que a partir del lunes nos deslicemos a una crisis de confianza.