Pocas acciones de gobierno han recibido un respaldo tan generalizado como la renegociación del Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, hoy llamado USMCA.
Tirios y troyanos reconocen la calidad del trabajo del equipo negociador y la cooperación de los gobiernos saliente y entrante, que se coordinaron para tener el resultado obtenido.
Los que especulábamos respecto a la ausencia de Canadá y las dificultades que esto podría traer al proceso de ratificación, ya no tenemos materia. El tratado fue trilateral, como el original y como el que el Congreso instruyó renegociar al Representante Comercial, Robert Lighthizer.
Bob Woodward, uno de los periodistas que develó el caso Watergate y que ha escrito múltiples libros sobre los presidentes de Estados Unidos, plasmó en su texto 'Fear' el desastre en el que se convirtió la Casa Blanca tras la llegada de Trump, y narró el caso del llamado 'miércoles negro' cuando en abril de 2017 Trump estuvo a punto de notificar la salida de EU del TLCAN.
¿Qué fue lo que ocurrió para pasar de ese impulso hace 17 meses al reconocimiento del nuevo acuerdo como uno de los mejores en la historia de EU?
Fue un trabajo inteligente, coordinado, paciente y audaz del equipo mexicano.
Inteligente, porque había que hacerlo con información y juicio, a lo que mucho contribuyó el sector privado. Coordinado, porque había que oprimir los botones correctos en el momento adecuado con objeto de no propiciar un rechazo de Trump. Paciente, porque hubo que aguantar muchos meses, malos momentos y situaciones críticas. Audaz, porque hubo que jugar las cartas con determinación y valor, como cuando se decidió llegar a un acuerdo con EU sin la presencia de Canadá.
Ildefonso Guajardo mantuvo siempre la visión del negociador duro, sagaz, pero eficaz. Intransigente en lo esencial pero flexible en lo negociable. Luis Videgaray, con sus conexiones especiales en la Casa Blanca, mantuvo siempre el acceso y la interlocución privilegiada. Moisés Kalach, del sector privado, desarrolló un trabajo incansable de coordinación, explicación y cabildeo con centenas de políticos y empresarios de EU.
Y, al final, Jesús Seade, como representante del próximo gobierno, aprovechó la buena relación que tenía con Lighthizer para destrabar temas críticos e incluso mediar por Canadá.
Cuando alguien narre con detalle este proceso dará cuenta de uno de los mayores éxitos de la diplomacia mexicana en toda la historia.
Trump no cedió porque sí. Lo hizo porque la habilidad de los negociadores mexicanos le permitió colgarse las medallas que él necesitaba en este proceso electoral que se vive en EU… a pesar de lo equitativo del acuerdo en el que todos cedieron.
Y, al final, la testarudez de los canadienses combinada con los buenos oficios mexicanos logró rescatar un acuerdo de tres que parecía naufragar.
Pero, sería un error ahora echarse en la hamaca.
Como ayer le comentaba en este espacio, falta mucho para que el nuevo acuerdo comercial entre en operación, y será tarea de los negociadores del nuevo gobierno, lograr que el tránsito por el Congreso de EU sea el mejor posible.
Ojalá que el gobierno de AMLO reconozca el enorme capital humano que tiene en sus negociadores y encuentre las fórmulas para retenerlos antes de que tengamos un éxodo para el sector privado.