La etapa del llamado 'desarrollo estabilizador' en México no fue el tiempo de los 'años felices' en el país, pero mucho menos fue la suma de todo lo que no se debe hacer.
La alusión que hizo López Obrador a este periodo en la Carta publicada por EL FINANCIERO generó una ola de críticas por la pretensión de regresar al pasado.
Obviamente no se puede –y aunque se pudiera, no se debería– regresar al pasado. Pero sí se puede –y se debe– aprender de él.
Y una rápida revisión de lo que implicó el 'desarrollo estabilizador', nos dice que fue un lapso en el que hubo muchas cosas positivas, aunque también hechos negativos.
Si criticamos a ese periodo de bulto, por el hecho de que AMLO lo haya usado como referencia, podemos incurrir en los errores de quienes no aprenden de su historia.
Veamos algunos aspectos positivos de esta etapa que comenzó a mediados de los 50 y terminó en 1970.
1.- El crecimiento de la economía con estabilidad. El PIB creció entre 1955 y 1970 a una tasa promedio anual de 6.2 por ciento, que hoy parecen inalcanzables. La inflación, en contraste, se mantuvo en niveles inferiores a 3.0 por ciento anual. Esa combinación es la que dio el nombre a la etapa.
2.- Mejoría de los salarios reales. La combinación de un crecimiento económico alto y con baja inflación, además de un fuerte crecimiento de la productividad del trabajo por efecto de la industrialización, permitió que los salarios mínimos reales crecieran a un ritmo promedio de 6.0 por ciento en la década de los 60, algo que no hemos vuelto a lograr.
3.- Las finanzas públicas se mantuvieron en orden. El déficit del sector público se mantuvo en niveles inferiores a 4.0 por ciento del PIB y la deuda pública externa del país estaba en cerca de 6 mil millones de dólares.
4.- La estabilidad cambiaria. En un mundo de paridades fijas, México no fue la excepción y en todo el lapso se mantuvo la cotización del dólar en 12.50 pesos, que fue el emblema del periodo.
5.- Una tasa de inversión elevada. En 1970, al término del 'desarrollo estabilizador', la inversión total representaba 21.1 por ciento del PIB y mantuvo tasas de crecimiento promedio del orden de 8.5 por ciento anual entre 1955 y 1970.
Los aspectos negativos del 'desarrollo estabilizador' también pueden identificarse.
1.- Las estructuras industriales del país –a tono con el proteccionismo imperante en América Latina– se cerraron, por lo que hubo escasa competencia y se formaron oligopolios. La oferta de bienes era limitada para los consumidores.
2.- El sector agropecuario fue castigado, lo que motivó una desinversión. Su tasa de crecimiento para el periodo fue de 3.3 por ciento, la mitad que la de la economía, lo que fue gestando una crisis que estalló en los tiempos de Luis Echeverría.
3.- Un régimen político cerrado, virtualmente de partido único, fue el complemento de un esquema económico en el que el poder se concentraba fuertemente en la presidencia.
Quienes nacimos en esa etapa de la historia y pudimos ver esos claroscuros de México en aquel tiempo, podemos atestiguar que, en efecto, hay cosas que aprender de aquellos años, particularmente la conducción sensata de la política macroeconómica.
Y hay muchas cosas que son absolutamente inaplicables como, por ejemplo, el tipo de cambio fijo, que fue el símbolo de la estabilidad por más de 20 años.
Pero, sobre todo, no podemos pensar en revivir un sistema político que nada tiene que ver con la sociedad mexicana del presente.