Apenas el jueves pasado me preguntaba en este espacio: "¿cuándo se subirá el dólar a la montaña rusa?". La respuesta vino más pronto de lo que esperaba.
El martes pasado, ante las buenas señales de la renegociación del TLCAN, la cotización de la divisa norteamericana se colocó por debajo de los 18 pesos y logró su mejor nivel desde septiembre de 2017.
Y resulta que el viernes tuvo su peor día de todo este año y terminó la jornada en 18.52 pesos.
¿Qué ocurrió para que se diera un cambio tan drástico?
Fueron dos las razones.
La primera se presentó desde el jueves. Ese día se percibió en las mesas de cambios de los grupos financieros que, con los niveles de 18 pesos o poco menos, alcanzados en el mercado interbancario y con una perspectiva que gradualmente será dominada por las preocupaciones electorales, surgió una demanda importante que probablemente buscó proteger compromisos de pagos en dólares, aunque eventualmente una parte está haciendo una apuesta especulativa contra el peso.
Esa demanda coincidió con una secuencia de publicaciones de encuestas que dan una ventaja creciente a López Obrador.
El agregador de encuestas de Bloomberg da 21.2 puntos de diferencia entre AMLO y Anaya, la máxima diferencia desde que se hace esta medición. El agregador de Oraculus da una diferencia de 13.5 puntos; el de El País de 15.7 puntos.
Ninguno tiene menos de 10 puntos.
El viernes pasado, en particular, ya se percibió una mayor preocupación en el mercado cambiario por factores de orden político.
Pareciera que la apreciación del peso derivada de las buenas noticias respecto al TLCAN ya tiene poco ímpetu adicional y en contraste, el impacto de las preocupaciones electorales sobre la paridad empezará a ser mayor.
Insisto en que no todos los fondos de inversión o corredurías internacionales tienen el mismo grado de preocupación. Hay quienes creen que un posible triunfo de AMLO no implica una amenaza para la estabilidad financiera en el país, básicamente por la existencia de contrapesos institucionales y por el hecho de que sus planteamientos de política fiscal han sido moderados.
Pero casi todos los análisis concuerdan en que será inevitable un periodo de incertidumbre.
De hecho, Urzúa y otros economistas cercanos a López Obrador han hablado ya con inversionistas, banqueros y fondos, para tratar de generar certidumbre.
El debate
No hubo sorpresas. La mayor parte de las críticas de Ricardo Anaya y José Antonio Meade se dirigieron a Andrés Manuel López Obrador. El candidato de Morena eludió casi todas las respuestas directas y usó las fórmulas verbales que ha empleado en sus actos de campaña y spots. Es decir, jugó a la defensiva.
¿En qué medida el debate puede cambiar la intención de voto que los electores tenían antes de que se realizara?
Creo que en una medida muy limitada. La actitud elusiva de AMLO no le va a costar una proporción significativa de votos entre quienes ya lo respaldan.
Pero no veo en ninguno de los que lo retan un desempeño tal que los posicione como para cambiar de manera importante las intenciones de voto.