Andrés Manuel puede leer la encuesta que ayer publicó EL FINANCIERO de dos maneras. La primera es subrayando la ventaja de 11 puntos que tiene respecto al segundo lugar.
La segunda sería autocrítica: no sube más.
De acuerdo con los estudios de opinión pública que hemos hecho, ya en octubre, AMLO tenía 38 por ciento de la intención de voto. Es decir, está igual que en el arranque de febrero.
Sin embargo, con los datos actuales, 38 por ciento de los votos sería suficiente para ganar la elección.
En los últimos tres comicios federales, Vicente Fox ganó con 42.5 por ciento de los votos; Felipe Calderón lo hizo con 35.9 por ciento y Enrique Peña ganó con 38.2 por ciento.
El promedio del vencedor de la elección presidencial en las tres últimas ocasiones es de 38.9 por ciento. Por esa razón, si se mantuviera la situación actual en materia electoral, López Obrador sería el ganador.
En más y más mesas de discusión, el tema que aparece es recurrente: ¿hay posibilidad de ganarle a López Obrador a pesar de la ventaja que tiene?
La respuesta es que sin duda hay posibilidad.
Y reitero lo que he comentado en diversas ocasiones, pero no sobra recordar.
En 2006, López Obrador comenzó el año con una ventaja de 10 puntos respecto al segundo lugar, que entonces era Roberto Madrazo.
Felipe Calderón logró remontar los dos lugares y ganar la elección.
En 2012, Enrique Peña llevaba una ventaja de casi 20 puntos a López Obrador y acabó ganando con seis puntos de diferencia.
Y eso que eran tiempos en los cuales los votantes no eran tan inestables como los que hay ahora.
Pero, ojo, el que hayan existido estas variaciones en la intención de voto en el pasado no quiere decir que necesariamente se vayan a presentar en 2018.
Simplemente aluden a un comportamiento potencial del electorado, que puede ocurrir o no, en función del entorno y de lo que suceda durante las campañas.
Le puedo asegurar que, aunque es posible, no será nada fácil ganarle a López Obrador.
Cualquiera de los dos candidatos que hoy le compiten, Anaya o Meade, requerirán una circunstancia específica.
En el caso de Anaya, para repuntar y convertirse en una opción competitiva, sería necesario que Meade se desplomara y que creciera el voto anti-AMLO al punto que los votantes priistas y de sus aliados se desplazaran hacia Anaya, en una analogía de lo que sucedió en 2006.
Hasta ahora eso no ha ocurrido.
La otra posibilidad es que el que crezca sea José Antonio Meade, lo cual no es nada fácil pero tampoco imposible.
Los indicadores muestran que el voto antipriista tiene mucho más fuerza –por lo menos en este momento– que el voto anti-AMLO.
Faltan las campañas propiamente dichas, pero,la realidad es que éstas –aunque tengan la caracterización de precampañas– ya comenzaron.
Y si la dinámica mostrada hasta ahora sigue, las variaciones no se van a parecer a las de las dos elecciones anteriores.
Hay quien apuesta a que los tres debates que tiene previstos el INE van a ser la tumba de López Obrador.
No lo creo. Más allá de que pueda carecer de la habilidad retórica que, por ejemplo, sí tiene Ricardo Anaya, puede ser que una actitud defensiva no le quite votos, aunque no le dé más.
Es posible ganarle AMLO, pero se tiene que combinar una campaña virtuosa de sus contendientes y algunos resbalones por parte de quien hoy está al frente de las encuestas.