El Inegi nos dio ayer una mala noticia. El Producto Interno Bruto (PIB) de México cayó en -0.1 por ciento en el segundo trimestre del año respecto al primero, de acuerdo con las cifras oportunas del Instituto.
La última ocasión en la que el PIB había retrocedido ocurrió en el cuarto trimestre de 2015 y antes de éste en el segundo trimestre de 2013.
A lo largo de este sexenio, sólo en tres ocasiones había existido un retroceso en el PIB, cuando se comparan las cifras de un trimestre a otro.
¿Qué significa este freno?
Aún no lo sabemos con claridad. Cuando se dio la caída en 2013, en los trimestres siguientes la economía volvió a repuntar y al final de cuentas no hubo una recesión.
En 2015, tras una caída semejante a la que ayer se reportó, la economía se recuperó en el primer trimestre de 2016.
Lo anterior quiere decir que el resultado de un trimestre no es suficiente para definir una tendencia en la economía. Tendremos que esperar más información.
Sin embargo, sí se percibe que hay una tendencia a la desaceleración de la actividad productiva vinculada al mercado interno, aunque las exportaciones mantienen su dinamismo.
Uno de los mejores indicadores de la evolución del mercado doméstico es el crecimiento del PIB en el sector terciario, que incluye servicios y comercio. Durante el primer semestre de 2017 el promedio del crecimiento (a tasas anuales y con cifras desestacionalizadas) fue de 4.05 por ciento.
En contraste, en el primer trimestre de este año fue de 2.65 por ciento.
En el caso del sector industrial, en el primer semestre del año pasado el promedio fue un decrecimiento de -0.2 por ciento, mientras que en el primer semestre de este año tuvimos una cifra positiva de 0.25 por ciento.
Es un hecho que el desempeño del sector industrial va mejorando, sobre todo por efecto de las exportaciones, que han sido impulsadas por el buen desempeño de la economía de Estados Unidos. En el primer semestre del año las exportaciones totales de nuestro país crecieron 11 por ciento.
Esta mejoría, sin embargo, no ha sido suficiente para compensar el freno que se manifestó en el desempeño del mercado interno.
Aunque insisto en que hay que esperar más datos para hacer un diagnóstico adecuado de lo que significa la cifra del PIB en el segundo trimestre, podría haber indicios de que uno de los ingredientes de este desempeño fue la incertidumbre que se hizo presente antes de las elecciones del 1 de julio.
El componente del índice de confianza del consumidor que mide la capacidad de los hogares para adquirir bienes de consumo duraderos tuvo una caída de 8.0 por ciento en el primer semestre del año, mostrando esa condición de incertidumbre.
Ante el resultado electoral y las secuelas que vimos en julio, lo más probable es que una parte de esa incertidumbre se haya diluido ya y que quizá veamos en los siguientes meses un mejor desempeño de la economía.
Sin embargo, creo que no podrá decirse que ya no hay factores que hagan temer por el desempeño del sector productivo, hasta que se cierre la negociación del TLCAN y hasta que arranque la próxima administración en diciembre… por lo pronto.