Estamos tan atentos viendo los árboles que con frecuencia se nos pierde el bosque.
Seguimos la influencia que la renegociación del TLCAN o las elecciones tienen sobre la paridad del peso frente al dólar o lo que pasa con la bolsa de valores, pero a veces perdemos de vista variables tan elementales como el crecimiento de la economía, el empleo o la inflación.
Desde este espacio, hemos señalado por años la inhabilidad del gobierno y del propio sector privado para comunicar eficazmente la evolución económica. Y eso se ha reflejado en el ánimo de la gente.
Déjeme hacer un recorrido breve por algunas de las variables económicas que se han dado a conocer en los últimos días.
1.- El IGAE, que es el indicador económico más comprensivo y que adelanta lo que luego el PIB va a reflejar, creció a una tasa anual de 2.3 por ciento en febrero, ya con cifras desestacionalizadas, para quitar distorsiones. Como referencia, el PIB del año pasado creció 2.1 por ciento.
2.- La inflación de la primera quincena de abril fue de 4.6 por ciento cuando cerramos el año pasado en 6.7 por ciento, lo que confirma una clara tendencia a la baja, que seguramente se va a mantener en los siguientes meses.
3.- En marzo las ventas de las tiendas de la ANTAD (a unidades comparables) crecieron a un ritmo de 9.9 por ciento nominal, lo que significa un crecimiento real de alrededor de 4.6 por ciento.
4.- El empleo formal, sea por el proceso de reducción de la informalidad o por la creación efectiva de empleos nuevos, creció a un ritmo anual de 4.2 por ciento, lo que implica la generación de 792 mil nuevas plazas al año.
No lo canso con más cifras.
Lo relevante es que este conjunto de indicadores positivos se da en un contexto en el que muchos pensaban que la economía mexicana estaría en franco declive y en medio de la especulación.
Si hace un año se hubiera dicho que habríamos de llegar casi al final de abril sin un TLCAN renegociado y con un proceso electoral en el que AMLO lleva una amplia ventaja en las encuestas, se hubiera anticipado una circunstancia de franca caída de la economía y capitales huyendo del país por pura precaución.
El hecho de que en medio de un entorno de incertidumbre la economía siga creciendo, de modo insuficiente, pero lo siga haciendo; que la inflación esté en el camino de quedar bajo control; que el empleo no decaiga y que las ventas comerciales recuperen un dinamismo que habían perdido, quiere decir que tenemos más confianza en nosotros mismos de lo que muchas veces suponemos.
También en este espacio le he contrastado la visión que tienen los inversionistas internacionales frente a la que hay entre los empresarios domésticos.
Los primeros tienden a ser mucho más optimistas respecto al futuro del país por la solidez institucional y la madurez de la sociedad mexicana.
Si no se ve solamente el probable resultado electoral del 1 de julio, sino la perspectiva de los siguientes 10 o 15 años, se percibe una sociedad y una economía pujantes.
No quiero minimizar los riesgos que podría traer para México un posible regreso del populismo, pero quiero subrayar que a veces subestimamos nuestra capacidad de aprender y corregir en caso de equivocarnos en nuestras elecciones.