No son los únicos, pero hasta hoy son los más emblemáticos.
Alfonso Romo ocupará la posición de jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.
Carlos Urzúa será el titular de una fortalecida Secretaría de Hacienda.
Ambos serán personajes poderosos en la nueva administración.
Y siempre los poderosos se ponen en el blanco. Sobre todo, cuando representan una corriente, la del pragmatismo económico.
Ambos saben que las aspiraciones de AMLO van a ser condicionadas por el entorno económico y financiero.
Muchos del círculo de López Obrador lo ignoran, o incluso desprecian a los mercados.
Romo y Urzúa son "el cable a tierra" de quien será presidente de la República en nueve días.
Por eso, representan un problema para quienes no quieren que AMLO tenga esta conexión. Para algunos, la tarea es debilitarlos.
Ayer, hubo quienes corrieron en redes sociales la versión de que Romo había renunciado.
Y, también hay quienes hacen campaña señalando que Urzúa se encuentra muy debilitado.
La realidad es que el secretario de Hacienda será el funcionario más poderoso del próximo gabinete y Romo tendrá un derecho de picaporte y una ascendencia que muchos envidian.
Ese hecho es el que da una relativa estabilidad a los mercados financieros.
Los vaivenes financieros de las últimas semanas han sido producidos por las decisiones de AMLO (en el caso del aeropuerto) o de Monreal (en el asunto de las comisiones bancarias).
Romo y Urzúa han salido a estabilizar y han evitado que las inquietudes se desborden.
Sin embargo, pese a que han tenido que jugar el papel de bomberos, los indicios señalan que ambos mantienen el respaldo de López Obrador.
Romo difícilmente será un real jefe de Gabinete. Ese, en realidad, no es su cargo.
Será un jefe de la Oficina de la Presidencia, que pueda darle orden y coherencia a las estrategias del gobierno de AMLO.
Si se va a quedar los seis años o si va a renunciar para el segundo, por lo pronto es irrelevante. El hecho importante es que va a arrancar con la función de articular las estrategias.
Y Urzúa será la gran aduana.
No sólo por el hecho de que tiene la tarea de preservar la estabilidad financiera, sino porque será el gran comprador del gobierno. Será quien asigne los presupuestos. También quien contrate las deudas y cobre los impuestos.
En una posición así, tener a alguien con un perfil diferente al de Urzúa iba a ser muy complicado.
Urzúa es alguien que no aspira a ser candidato presidencial. Ni tampoco quiere los oropeles del cargo. Será un funcionario dedicado a su tarea y… también haciendo de bombero cuando se necesite.
Se ha dicho muchas veces que el movimiento de López Obrador es de lo más diverso y heterogéneo. Hay quienes ven en esa diversidad su fortaleza.
Tal vez en una campaña electoral, esa visión fuera correcta. Pero, como gobierno, la diversidad de visiones puede implicar el conflicto o la parálisis.
Y, lamentablemente, creo que dos de los integrantes del gabinete de AMLO que más pueden hacer a favor del crecimiento del país, van a ser los blancos cercanos de los ataques y las críticas.
Ojalá –como ya le comentamos en varias ocasiones– tengan por un tiempo largo el respaldo de AMLO.