Imagine por un momento que José Antonio Meade no hubiera salido apenas minutos después de las 8 de la noche a reconocer el triunfo de López Obrador.
Probablemente tampoco lo hubieran hecho otros candidatos y quizás el presidente Peña Nieto hubiera empleado un lenguaje más distante en el mensaje que dio tras la difusión del conteo rápido del INE.
Tal vez no habría representantes de López Obrador en la negociación del TLCAN y la transición podría estar más llena de dudas e inquietudes.
En buena medida, el que tengamos algo así como una "transición de terciopelo" se debe a la decisión que tomó Meade el 1 de julio.
Por esa razón, tampoco fue sorpresivo que apenas unos días después de reanudar actividades, tras unas semanas de descanso, Meade haya sido recibido en la casa particular de López Obrador y ambos hayan emitido un mensaje cordial… para enojo de algunos priistas y de partidarios de AMLO.
Con esa reunión se transmitieron simplemente gestos de civilidad política y reconciliación.
Las campañas electorales están hechas para subrayar las divisiones y marcar las distancias. Éstas no tienen necesariamente que permanecer tras el desenlace de una elección.
Quienes piensan que Meade fue a negociar su incorporación a la Junta de Gobierno del Banxico se equivocan absolutamente.
El 2 julio, el excandidato del PRI, PVEM y Panal fue transparente en lo que haría en el futuro: "Tengan la certeza de que seguiré trabajando por un México mejor. Siguen vigentes las causas que motivaron mi participación en la contienda", puso en un tuit.
Si eso no es anunciar explícitamente que seguirá en la vida política, entonces no se qué sería.
Y lo que no debe hacer un integrante de la Junta de Gobierno del Banxico, es precisamente participar en la vida política del país.
AMLO no estaba obligado a recibir a Meade. Su triunfo arrasador le da para establecer la distancia que él decida. Y tuvo la empatía de recibirlo y expresar conceptos cálidos respecto a Meade: "Es una persona, decente, buena, honorable. Ese es mi punto de vista".
Las expresiones de AMLO destantearon a más de uno, como Fernández Noroña, quien dijo que era excesivo calificar de honorable y decente a Meade.
Va a ser interesante cómo reacciona AMLO ante este tipo de expresiones, que ya están marcando claramente una distancia importante entre el comportamiento del ya casi presidente electo (a dos días de serlo) y sus partidarios más radicales.
Somos desmemoriados. Apenas hace seis meses, muchos pensaban que un triunfo como el que tuvo AMLO, hubiera implicado un desastre para la economía.
Si eso no es lo que está ocurriendo es debido a la civilidad de Meade y del propio AMLO.
Creo que algunas de las propuestas de López Obrador son criticables y hay que cuestionarlas con fuerza. Pero hay otras que merecen respaldo.
Ni modo, si mantener una posición equilibrada e imparcial implica que uno no sea popular ni entre tirios ni troyanos, que unos le digan vendido al nuevo gobierno y otros lo cuestionen por pretender poner obstáculos a la "cuarta transformación"… será síntoma de que se está haciendo un buen trabajo.
Por lo pronto, no se puede dejar de subrayar que gestos como los de Meade y AMLO, en su encuentro, producen optimismo por el futuro de México.