Hay dos escenarios para la noche del domingo 1 de julio y la madrugada del lunes 2.
El primero es que haya un ganador claro, que, de facto, conoceríamos a las ocho de la noche, cuando se den a conocer los resultados de las encuestas de salida que los medios hayan practicado.
Lo que seguiría ya sería simple trámite que permitirá hacer oficial el resultado de la elección.
El segundo es que no haya un ganador claro por lo estrecho del margen que tenga cualquiera.
El martes pasado escribí en este espacio un texto denominado: Cómo evitará el INE un escenario como el de 2006.
Pues, olvídelo, ya no podrá evitarlo.
De acuerdo con la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), si no hay un ganador claro, tendremos una noche de locos, tal y como ocurrió en 2006.
La historia es sencilla. Tras la experiencia de las elecciones federales de 2015, en donde hubo diversas elecciones concurrentes y se usó la 'casilla única', se percibió que el proceso de llenado de conteo y de llenado de actas se hace mucho más lento.
Imagine una casilla en la Ciudad de México. Habrá urna para presidente de la República; para jefe de Gobierno; para senadores de mayoría; para senadores plurinominales; para diputados de mayoría; para diputados plurinominales; para alcaldes y para concejales. El Reglamento marcaba que antes de proceder al llenado de las actas se debería hacer la apertura y conteo completo de todas las urnas.
La posibilidad de que los resultados de la elección en la casilla se estén anotando en las actas hacia las dos o tres de la mañana es elevada.
Y por lo mismo, ni el Conteo Rápido del INE ni el PREP tendrían suficientes datos esa noche.
Para asegurar que el flujo de información fuera más ágil, el Consejo General del INE modificó el Reglamento el pasado 22 de noviembre, con objeto de permitir que se realice primeramente el conteo y llenado de actas de las elecciones a la presidencia de la República y a gobiernos estatales o jefatura de Gobierno.
Es decir, era una decisión de mero sentido común.
Sin embargo, el TEPJF echó para abajo el miércoles pasado esta modificación, luego de que PAN, Morena y Movimiento Ciudadano la impugnaron.
Y, como resultado, el Tribunal la revocó señalando que el INE se tomó atribuciones que no le correspondían y que tenía que seguirse a pie juntillas lo señalado en la ley, porque de lo contrario habría inseguridad jurídica.
Así que, si la elección viene cerrada, la noche del domingo no conoceremos los resultados, pues éstos comenzarán a fluir hasta bien entrada la madrugada, lo que va a dar espacio a las dudas y sospechas.
En dos ocasiones, el país ha entrado en una situación de crisis política por la incertidumbre de los resultados del día de la elección. La primera fue en 1988 y la segunda en 2006.
Al cerrar la posibilidad de que haya resultados a las 11 de la noche del 1 de julio, como pretendía el INE, aun en el caso de una elección cerrada, se puede estar abriendo la puerta a que tengamos nuevamente una crisis poselectoral.
Si algún día vencemos la feria de las desconfianzas que envuelve cada proceso electoral, quizá podamos pasar a la era de las urnas electrónicas y asegurarnos que los resultados se tienen de manera rápida y confiable.
El miércoles pasado, lamentablemente, se pudo haber abierto la puerta nuevamente a la crisis política, ésta en 2018.