Ayer por la noche, en una entrevista con Bloomberg, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ofreció acelerar el ritmo de las negociaciones para la modernización del TLCAN con el objeto de ajustarse a los tiempos electorales de México y Estados Unidos.
Trudeau dijo: "estoy muy optimista respecto a que podamos tener un acuerdo en el TLCAN con el que ganemos todos, minimizando el impacto que las negociaciones pudieran tener sobre la inversión".
Pero el optimismo no sólo está de lado de los canadienses. En México también se respira ese ambiente.
El viernes pasado, durante su participación en la Convención Bancaria, Ildefonso Guajardo señaló que, si tuviera que dar una cifra respecto a las probabilidades de que la negociación del TLCAN concluya positivamente y en un plazo razonable, consideraba que éstas serían de 60 por ciento.
Ayer, en un panel realizado en el marco del 13 Summit de Capital Privado que me correspondió moderar, Kenneth Smith, jefe técnico del equipo negociador mexicano, y Moisés Kalach, director del Consejo Estratégico de Negociaciones Internacionales del CCE, expresaron su optimismo sobre la base de la conveniencia política para el gobierno de Trump y el Partido Republicano, de llegar a las elecciones de noviembre con un acuerdo renovado.
Todos coinciden en la necesidad política que tiene Trump de decir a sus electores que se consiguió un acuerdo que satisface los intereses de Estados Unidos, y que, por lo mismo, está cumpliendo sus promesas de campaña, aunque, como dijo Trudeau, el acuerdo sea de ganar para los tres.
Pero al mismo tiempo, reconocen que en Estados Unidos (EU) hay una amplia coalición de intereses entre empresarios, gobernadores, legisladores, alcaldes, y grupos civiles, que están defendiendo intensivamente el TLCAN.
Kalach contó a la audiencia su experiencia con la gobernadora republicana de Iowa, Kim Reynolds. En una reunión que tuvieron con ella, descubrieron que no sabía que México es el principal cliente de los agricultores de su estado.
Y se alarmó de la posibilidad de que EU saliera del TLCAN por el impacto que podría tener en la principal actividad económica de su estado.
El consenso fue que el trabajo de cabildeo que han hecho el gobierno y el sector privado de México ha elevado significativamente el costo político que tendría para Trump la decisión de salir del TLCAN.
Sin embargo, en ese panel, en el que estuvieron también Narciso Campos, coordinador de asesores del secretario de Relaciones Exteriores, y Luis de la Calle, también se puso énfasis en no olvidar que el riesgo de una salida abrupta de EU del TLCAN se ha reducido, pero no se ha eliminado.
Y tampoco se puede cantar victoria respecto a la posibilidad de tener una negociación concluida antes de julio. Hoy existe más optimismo que antes, pero nada hay seguro.
El TLCAN no está en la boleta
Una muy relevante acotación de Luis de la Calle nos recordó algo que a veces se olvida: el TLCAN no estará en la boleta electoral, pues ninguno de los candidatos ha ofrecido salir del acuerdo. Eso no está en discusión.
Y otra observación aguda: para Estados Unidos, contar con un TLCAN tendrá aún más valor en el contexto de un resultado electoral que implicara un cambio de partido en el gobierno.