Ayer, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cambió, otra vez, el tono de su discurso y dejó el optimismo.
Al referirse a los tiempos para renegociar el TLCAN señaló:
"Podrían ser tres o cuatro semanas, podrían ser dos meses, podrían ser cinco meses, no me importa. Entonces, la narrativa de que estoy presionando para llegar a un acuerdo es falsa, nunca presiono para llegar a un acuerdo".
No es así.
Trump sabe que los negociadores norteamericanos van a perder fuerza si queda la impresión de que el gobierno norteamericano está urgido de obtener un acuerdo. Y por eso, en su discurso de ayer, pretendió crear la imagen de que no hay ninguna prisa.
Pero, sí la hay.
El tema de fondo es político electoral.
Las últimas cuatro encuestas nacionales en Estados Unidos promedian una ventaja de 6.4 puntos para los demócratas en la intención de voto para la Cámara de Representantes.
Faltan muchos meses para las elecciones y puede pasar una gran variedad de cosas, pero por lo pronto, lo más probable es que los demócratas se queden con la mayoría en la Cámara baja a partir de enero de 2019.
Y el TLCAN requiere ser aprobado por los representantes.
La agenda comercial de los demócratas implica temas diferentes a los que Lighthizer, el Representante Comercial, planteó. Así que es muy poco probable que el Tratado negociado fuera ratificado por una Cámara de mayoría demócrata.
Hace un par de días le comentamos que para que la actual Cámara pueda aprobar el TLCAN es necesario que en la primera quincena de mayo reciba la notificación de que hay un acuerdo en principio. Más allá de esa fecha, no sé cómo pueda ser aprobado antes de que se instale la nueva Cámara.
¿Y por qué estaría Trump tan preocupado porque se apruebe si en varias ocasiones ha dicho que en realidad quiere irse?
Porque ya se dio cuenta de que el costo de salirse es demasiado elevado para él, tanto que seguramente le costaría la reelección. Y el costo de no conseguir un acuerdo que pudiera ser aprobado también es muy elevado.
Trump podrá decir lo que quiera, pero ahora es él quien sabe que tiene que moverse rápido.
Por esa razón, sus dichos del día de ayer no impactaron en el mercado cambiario, que siguió bastante tranquilo pese a su amenaza de seguir negociando aún por muchos meses más.
El problema es que el sentido de urgencia no ha llegado a los negociadores. Aún estamos lejos de un acuerdo en materia de reglas de origen en el sector del automóvil; la claúsula 'sunset' de muerte súbita del Tratado, cada cinco años, no ha sido retirada de la propuesta norteamericana.
Y todavía faltan acuerdos en materia de solución de controversias, es decir, en los capítulos 11, 19 y 20, por citar sólo algunos de los temas pendientes y difíciles.
Claro que el gobierno mexicano también tiene incentivos para tratar de cerrar la negociación lo más pronto posible y buscar que este mismo año haya una ratificación.
Pero no nos dejemos engañar por los dichos de Trump.
Es probable que esa urgencia se perciba en cualquier momento de los siguientes días.
El presidente de Estados Unidos sabe que tiene suficientes frentes abiertos en su propio país para que el tema de la negociación comercial con sus vecinos se le complique más.
La semana pasada ya recibió Trump la prueba de que en México, a pesar de las discrepancias internas, si se trata de hacerle frente va a encontrar un país unido.
No nos dejemos engañar por Trump.