Cada vez con mayor frecuencia, la pregunta que encabeza este artículo aparece en las conversaciones relativas a la transición.
Y, no es causalidad. Una de las preocupaciones centrales de las calificadoras de deuda, de los analistas, de los inversionistas, es el estado de las finanzas públicas.
Para responder a la interrogante referida hay que preguntar en primera instancia, ¿qué tan sólidas están las finanzas del sector público con relación a qué momento?
Los últimos datos disponibles fueron entregados al finalizar el mes de julio y corresponden al primer semestre de este año.
Uno de los indicadores más relevantes de la situación financiera del gobierno y sus entidades es el balance, es decir, la diferencia entre el total de lo que ingresa y el total de lo que gasta.
Dicha variable reporta un déficit de 206 mil 700 millones de pesos. Sin embargo, la previsión que existía al aprobarse el Presupuesto es que fuera de 333 mil millones.
Es decir, va mejor que lo previsto.
Sin embargo, si la comparación es con la cifra que teníamos el año pasado, ya no se ve tan bien, pues en el primer semestre de 2017 hubo un superávit de casi 141 mil millones.
La razón es que el año pasado, el Banco de México tuvo remanentes de operación de magnitud considerable: 321 mil millones de pesos que fueron entregados al gobierno. Y, en 2018 ya no los hubo.
El otro indicador relevante que se sigue con detalle es el balance primario. Igual que el indicador anterior es la diferencia entre lo que se ingresa y lo que se gasta, pero quitando del gasto los costos financieros.
La previsión que existía al autorizarse el Presupuesto de este año era tener al primer semestre un superávit de 7 mil 600 millones de pesos. La realidad es que este año fue de 121 mil millones, de modo que este indicador resultó mejor que lo anticipado.
Otro dato relevante es lo que pasa con algunos de los fideicomisos que maneja el gobierno.
Uno de los más importantes es el Fideicomiso para la Estabilización Presupuestaria, cuyo saldo es de 349 mil millones de pesos al cierre del primer semestre.
El saldo que había doce meses atrás era de 256 mil millones de pesos, por lo que, en los últimos doce meses, se le agregaron 93 mil millones.
Es decir, las arcas públicas no están vacías sino bastante llenitas.
Sin embargo, también es cierto que hay una gran fragilidad en un ambiente como en el que estamos.
Si la economía no crece de acuerdo a lo previsto, si la reducción de impuestos en la frontera tiene un mayor impacto presupuestal que lo previsto, si las tasas de interés suben más, si el dólar se encarece… todo esto le puede pegar a ingresos y gastos.
Y en 2019 podríamos tener resultados peores a lo previsto.
Quizás las peores presiones van a presentarse en el 2020. Sin embargo, no es imposible que surjan desde el próximo año.
Hasta ahora los funcionarios responsables de las finanzas en el equipo de transición han subrayado el compromiso con los equilibrios fiscales. Pero una cosa es el concepto y otra la realidad.
El tema requiere de más análisis. Seguiremos mañana.