Coordenadas

¿Resistirá el tipo de cambio?

Es positivo que en los casi siete meses de esta administración hayamos tenido un tipo de cambio relativamente estable, pero no es signo de que la economía esté bien.

Hace 12 meses estábamos en la recta final del proceso electoral. Y el nerviosismo en el mercado financiero se había dejado sentir.

El 18 de junio de 2018, el tipo de cambio del peso frente al dólar se ubicaba en 20.51 pesos.

Un año después, la cotización de nuestra moneda se ubicó en 19.15. Esto significa una apreciación de 6.7 por ciento frente al dólar.

Se trata del mayor avance frente al dólar entre todas las divisas importantes en el mundo.

Y si uno observa el desempeño de este gobierno, no se ha caracterizado por generar confianza entre los inversionistas.

Entonces, ¿por qué tenemos un peso que se mantiene relativamente fuerte?

El presidente López Obrador lo refiere con frecuencia como una muestra de que la economía va mejor de lo que muchos dicen.

Y, seguramente, en su discurso del 1 de julio, cuando celebre en el Zócalo, el primer año de su triunfo electoral, va a citar la solidez de nuestra moneda como un ejemplo de que las cosas van bien.

Pero, ¿es así?

Uno de los factores que ha permitido que el peso se mantenga fuerte son las altas tasas de interés que ha propiciado la política del Banxico.

La tasa de referencia del Banco Central se ubica actualmente en 8.25 por ciento. Hace un año estaba en 7.50 por ciento. Pero con la apreciación de nuestra moneda, los rendimientos en dólares han sido espectaculares.

Como referencia, la tasa de la Reserva Federal en EU está en un nivel de 2.25-2.50 por ciento.

El diferencial de tasas de interés entre México y EU, ha sido fundamental para que el peso se mantenga fuerte.

Claro que no ha sido el único factor. El otro elemento clave ha sido la decisión del gobierno de mantener en equilibrio las finanzas públicas.

No le ha importado a la administración de López Obrador realizar recortes drásticos en el gasto de muchas dependencias; ha lidiado con los problemas sociales que se han generado con estos ajustes, con tal de conseguir finanzas equilibradas.

Esto ha sido apreciado por los inversionistas, quienes no han visto riesgo de que la economía se desordene por razones domésticas.

Al inversionista financiero no le afecta directamente el bajo crecimiento. Estará satisfecho si recibe un rendimiento elevado, aunque la economía crezca poco o incluso no crezca.

Sin embargo, este cuadro puede descomponerse en las siguientes semanas, en caso de que el gobierno de Trump insista en la aplicación de aranceles a las exportaciones mexicanas.

Por esa razón es que, si en la evaluación que se realice en la tercera semana de julio no se ve una reducción sensible de la migración, es muy probable que el gobierno de México va a aceptar el que se pongan sobre la mesa otras fórmulas migratorias, como la del tercer país seguro, antes que aceptar los aranceles, aunque esto propicie un debate interno en el gobierno y con el Congreso.

Es positivo, sin duda, que en los casi siete meses de esta administración hayamos tenido un tipo de cambio relativamente estable, pero ese hecho no es el signo de que la economía está bien.

Para poder caracterizar a la economía mexicana como saludable, deben darse un conjunto de circunstancias que hoy no están presentándose, en particular, el desarrollar la capacidad de crecimiento.

Y, hasta este momento, el desempeño de la inversión productiva ha sido muy malo, pese a todas las promesas y discursos.

Sin inversión al alza, pese a la estabilidad cambiaria, no tendremos una economía sana.

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