Se desbordó el optimismo de los consumidores mexicanos.
Ayer, el Inegi dio a conocer que el índice de confianza del consumidor alcanzó en diciembre de 2018 el nivel más elevado (quitando distorsiones estacionales) desde junio de 2007.
Es decir, hace 11 años y medio que no existía una confianza tan alta entre los consumidores mexicanos, como la hubo al cerrar el año.
Dicho estado de ánimo deriva principalmente de su expectativa respecto a la situación económica del país dentro de 12 meses.
En diciembre, ese indicador dio un salto de 13.4 por ciento respecto a noviembre y es ¡superior en 68 por ciento! al nivel que había en diciembre de 2017.
Tal confianza respecto a la situación futura del país por parte de los consumidores no se había registrado nunca desde que comenzó el cálculo de este índice, en el año 2001.
Pero no se trata solamente de un optimismo macroeconómico. Cuando se preguntó a los encuestados por el Inegi por su expectativa respecto a la situación económica de su hogar en los siguientes 12 meses, también se registró un salto de 17 por ciento respecto al nivel del cierre de 2017 e igualmente se obtuvo el registro más elevado desde que se empezó a publicar este indicador.
Las expectativas de que mejore el nivel de empleo también se dispararon. En diciembre fueron 34 por ciento mejores que las prevalecientes un año antes y también son, por mucho, las más elevadas desde que hay registros.
Este gran optimismo que el Inegi detectó en las 2 mil 336 viviendas que visitó en las principales ciudades del país en diciembre, sin duda tiene que ver con la llegada del nuevo gobierno.
Y, hay que subrayar que el muestreo es entre viviendas que representan todos los estratos sociales.
Ese estado de ánimo choca con la percepción que se obtiene en círculos en los que a veces nos movemos quienes escribimos en los medios o en la imagen que puede tener el lector de diarios o de sitios informativos.
E incluso, no es lo que reflejan los índices de confianza empresariales que también calcula el Inegi.
Por ejemplo, el indicador de confianza empresarial del sector manufacturero bajó 2 por ciento en diciembre respecto a su nivel del mes previo y es 1.7 por ciento inferior al del diciembre de 2017.
Pero, entre los consumidores no hay vuelta de hoja. Los datos del Inegi son contundentes: el mexicano promedio está sumamente optimista respecto a las perspectivas económicas del país y las de su propio hogar.
El gobierno de AMLO debe saber que ese optimismo representa un enorme capital político, pero también es el reflejo de las grandes expectativas que se han despertado.
Por eso mismo, hay el riesgo de que ese estado de ánimo se deteriore si, al paso de los meses, se percibe que la situación económica no ha mejorado.
¿En qué medida esta confianza se verá erosionada por la problemática de la distribución de gasolinas que se ha presentado en los últimos días? Aún no lo sabemos.
Mi percepción es que, si hay una normalización del abasto en los próximos días, el impacto no será tan grande.
Pero si esto no ocurre y, al contrario, repercute en el abasto de bienes perecederos, entonces sí habrá un duro golpe al optimismo que refleja la medición del Inegi. Y entonces la historia será otra.