Muchos creían que con el triunfo de López Obrador se produciría un disparo en el precio del dólar. Craso error.
Quienes hayan seguido esta columna saben que, desde hace varias semanas, se podía anticipar lo que ya está ocurriendo.
Escribíamos en este espacio el pasado 5 de junio:
"La realidad es que muchos inversionistas importantes han descontado el triunfo de AMLO el 1 de julio y la mayor parte no percibe la necesidad de abandonar sus posiciones en activos denominados en pesos. Si las previsiones se confirman y AMLO gana, ocurriría probablemente lo que sucede cuando una previsión se hace realidad, y quizás el dólar incluso se abarataría después de ese hecho".
Desde el punto más alto al que llegó la divisa estadounidense el pasado 15 de junio y que fue de 20.90 por dólar en el mercado interbancario, a los niveles del día de ayer, ésta se abarató hasta en dos pesos, o si se quiere ver en términos porcentuales, con una ganancia de 9.3 por ciento en menos de un mes.
¿Es justificada esta apreciación de nuestra moneda, que regresa a niveles que no se veían desde abril, o se trata de una sobrerreacción de parte de los inversionistas que habrá de corregirse en el futuro?
Creo que aún no tenemos elementos suficientes para juzgar cuál de las dos opciones resultará cierta. Lo que es un hecho es que en los últimos 30 días nuestro peso es la única divisa de mercados emergentes que se ha apreciado frente al dólar, lo que claramente muestra que los inversionistas están separando a México del resto de los mercados emergentes, obviamente por lo que está pasando aquí.
Cuando se ve el tipo de relación que se ha establecido entre las cúpulas empresariales y López Obrador y su equipo, pareciera que él hubiera sido el candidato que querían los empresarios que ganara. Bien sabemos que no es así.
Lo que hemos visto es que los temores que tenían, tanto grupos empresariales como inversionistas, gradualmente se fueron diluyendo. Por eso la tendencia a la apreciación de nuestra moneda.
Invertir en activos en pesos, como tasas de rendimiento, que por ejemplo en el caso de los Cetes a 28 días tiene una tasa de 7.7 por ciento, es altamente rentable en un contexto como en el que estamos.
Si la previsión fuera un alto riesgo de depreciación del peso, este hecho podría inhibir estas inversiones. Pero no hay tal riesgo.
Pero, ojo. Sería un grave error suponer que los factores de incertidumbre han desaparecido.
Siguen presentes y pueden reaparecer en el futuro. Trump sigue estando en la Casa Blanca y no hay garantía de que su comportamiento respecto al TLCAN no vaya a endurecerse de nuevo tras las elecciones de noviembre.
Y también hay que recordar que las lunas de miel terminan.
El ejercicio del poder necesariamente desgasta. Y habrá decisiones que tome el gobierno de AMLO, incluso antes de llegar formalmente al poder, que van a disgustar a empresarios e inversionistas.
Los mercados frecuentemente sobrerreaccionan. Se asustan cuando apenas surgen algunos signos menores de preocupación y en ocasiones se ponen eufóricos cuando empiezan a despejarse algunas dudas.
Más vale mantenerse serenos y no hacer festejos anticipados.