Perspectiva Bursamétrica

La Fed entre la espada, la guadaña y la pared

O'Farrill escribe del dilema de la Fed de elevar tasas para prevenir la inflación en un contexto en el que Trump presiona al Banco Central por subirlas

La economía mundial atraviesa por uno de sus mejores momentos en la historia. El crecimiento del Producto global se muestra más vigoroso en relación al promedio histórico, pudiendo crecer al 3.8 por ciento este año. El desempleo en varios países se encuentra en mínimos históricos, y la inflación global sigue situándose por debajo de lo normal. ¿Qué mejor entorno? Sin embargo, los mercados financieros han empezado a manifestar evidentes signos de nerviosismo. ¿Estamos de nuevo ante una simple corrección o estamos presenciando el anticipo del fin de un ciclo de bonanza?

En los Estados Unidos, en particular, se está viviendo el ciclo de bonanza más largo de la historia. El crecimiento del PIB del último trimestre reportado, el segundo del 2018, fue del 4.2 por ciento anual. La inflación subyacente del gasto del consumidor (PCE), se encuentra en 2.0 por ciento anual, que es la meta de la Reserva Federal. La tasa de desempleo actual es 3.7 por ciento, la más baja en los últimos 49 años. El mercado accionario transita por el rally alcista (bull market) más longevo de la historia.

Una de las principales razones que ha prolongado el ciclo se tiene en la agresiva política fiscal adoptada por la administración del presidente Trump, al reducir al 24 por ciento la tasa efectiva del impuesto al ingreso de las empresas, aumentando sustancialmente el gasto de inversión pública, al tiempo en que no se ha terminado de desmantelar la superexpansiva política monetaria con la cual se triplicó la oferta de dólares en circulación en tan sólo tres años después de la gran crisis, y se llevó la tasas de interés de referencia de la Fed a cero.

Antes de las elecciones era evidente que el ciclo económico estaba por concluir. El gasto de inversión de las empresas llevaba un año en terreno negativo, y la industria manifestaba claros signos de estado anémico. La victoria de Trump con el control del Congreso y la simple promesa de la reducción de impuestos produjo el círculo virtuoso de inversión, empleo, crecimiento, y mayor consumo.

Jerome Powell ha afirmado que la economía podría mantenerse en crecimiento por mucho tiempo más. El principal argumento es que la productividad creciente ha incidido en un fenómeno curioso: a pesar del elevado crecimiento, y el pleno empleo, los salarios sólo han subido 2.8 por ciento anual, nivel similar al de la inflación. No se ha dado un incremento en el salario en términos reales.

En opinión de Bursamétrica las condiciones para que la inflación en Estados Unidos aumente más rápidamente, con el peligro de provocar una recesión, están más que dadas. Poner al unísono una política fiscal superagresiva, al tiempo en que se tiene una política monetaria superexpansiva, cerca del pleno empleo, a ocho años del ciclo de bonanza, y todo esto combinado con las acciones del presidente Trump imponiendo sanciones a Irán y a Venezuela que provocaron un significativo incremento en los precios de los hidrocarburos, y poniendo aranceles generalizados a diversos productos, y a varios países y regiones, en particular con China, simplemente es un cocktail molotov para la economía.

La apuesta de Powell y sus compañeros del Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed (FOMC) es que puede transitarse temporalmente por una inflación más elevada sin que tenga que subirse drásticamente la tasa de referencia, aplicando una normalización de tasas muy gradual y preanunciada explícitamente para no volver a generar crisis como la que causó Bernanke cuando en mayo del 2013 salió a declarar a los medios que se iba a empezar a cerrar la válvula de la creación de dinero. (tapering)

Los miembros del FOMC están entre la espada, la guadaña y la pared. El presidente Trump los critica abiertamente por estar subiendo las tasas de interés. Mayores tasas de interés en dólares provocan más gasto de intereses y un fortalecimiento del dólar contra todas las divisas, con lo que los esfuerzos proteccionistas de Trump se borran de un plumazo.

Los miembros de la FOMC tampoco pueden elevar más rápidamente las tasas porque pueden provocar una crisis financiera mundial. Pero los mercados suelen anticiparse. La tasa de los Bonos del Tesoro ha aumentado más de 100 puntos base en el último año, llegando a niveles de 3.25 por ciento. Los primeros afectados han sido los mercados emergentes. Las macrodevaluaciones de las monedas de Argentina, Brasil, Turquía, India e Indonesia y el sell off generalizado de las bolsas emergentes ha estado reflejando la salida del capital global de las economías más vulnerables. También se ha observado muy claramente un muy fuerte ajuste en las empresas tecnológicas que son las más afectadas ante alzas en el costo del dinero.

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