Perspectiva Bursamétrica

La guerra comercial de EU contra el mundo, principales repercusiones

Ernesto O'Farrill analiza las decisiones comerciales que ha tomado el presidente de Estados Unidos, sus repercusiones y el futuro del TLCAN.

Que mejor ejemplo del desastre que representa elegir a una persona egocentrista, irracional e incompetente para gobernar que lo que está sucediendo en Estados Unidos, con la inconveniencia de que al tratarse de la economía más importante del mundo, las decisiones de su presidente afectan a todo el mundo. ¿Y el Congreso norteamericano? Brillando por su ausencia. No ha sabido cómo ser un verdadero contrapeso.

El presidente Trump representa el típico gobernante populachero que toma decisiones con base en su olfato político, buscando votos, sin medir las consecuencias de sus decisiones hacia sus propios ciudadanos, y sin escuchar los que los expertos e involucrados le dicen.

Los ataques comerciales de la administración Trump a sus socios comerciales y al resto del mundo le pegan directamente a la competitividad de su economía y pueden terminar perjudicando gravemente su popularidad. Los ataques proteccionistas han abierto cuatro frentes: el primero contra sus socios comerciales y vecinos del TLCAN, Canadá y México; el segundo contra la Unión Europea; el tercero con China; y el cuarto, contra el resto del mundo.

Una de las primeras promesas cumplidas de Trump fue sacar a Estados Unidos del TPP dejándole el mercado de la región a los chinos. El acuerdo rebautizado como Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) ha seguido avanzando y se encuentra próximo a entrar a la fase de aprobación en los Congresos de los 11 países que lo firman, sin Estados Unidos.

Resulta irónico que estando vigente el patrón monetario del dólar, la administración de Estados Unidos se preocupe por el déficit comercial. Reducir el déficit comercial de Estados Unidos contra el mundo no va a producir empleos en Estados Unidos. Tener un déficit comercial no es algo malo en sí mismo. En realidad, las principales causas de ese déficit son: en primer lugar la estructura de la economía estadounidense que es una economía de servicios y no de manufactura. Pero también son determinantes el reducido nivel de ahorro en esa economía, la importante demanda de los consumidores americanos, sus elevados salarios, el dinamismo de su economía y la búsqueda de competitividad fuera de Estados Unidos por parte de las empresas americanas, que prefieren invertir afuera del país, ante las ventajas competitivas de producir de forma integrada.

La reforma fiscal que logró aprobar Trump en el Congreso, reduciendo sustancialmente los impuestos a las empresas, genera una mayor inversión y empleo en diversos sectores que no son manufactura, lo que se traduce en un incremento en del déficit comercial y un disparo en el valor del dólar, como ha estado sucediendo. Pero también genera un mayor déficit fiscal que implica mayores tasas de interés en el futuro, que van a propiciar una mayor emisión de bonos del Tesoro, un creciente déficit fiscal al paso del tiempo, y al final una profunda recesión económica.

La reacción de los países afectados no se ha hecho esperar. China, la Unión Europea, Canadá y México han anunciado la aplicación de aranceles a miles de productos estadounidenses. Bursamétrica estima que el volumen de comercio afectado hasta ahora ronda los 500 mil millones de dólares, pero el cruce de medidas contestatarias apenas comienza y va a ir abarcando cada vez más a diversos productos, por lo que muy pronto pudiera rebasarse el billón de dólares.

El efecto inmediato es que los precios de los productos con aranceles van a aumentar. Es decir, vamos a observar un incremento de la inflación global. El comercio global va a tender a disminuir, lo que va a repercutir en un menor crecimiento y menor empleo. La factura de estas medidas proteccionistas la pagarán los ciudadanos norteamericanos, y el Partido Republicano en las elecciones de noviembre. Y la de los aranceles que los países le ponemos a los productos norteamericanos la pagaremos los ciudadanos de esos países.

La alternativa que plantea Trump de negociar acuerdos bilaterales es, por una parte, una clara advertencia de que lo que sigue será anunciar una salida de Estados Unidos del TLCAN. Por la otra parte, se ve como una alternativa totalmente inviable. Negociar acuerdos bilaterales, con tantos países con las propuestas extremas e irracionales, que normalmente hacen sus negociadores, y que son inaceptables para las contrapartes e incongruentes con el libre mercado y con la equidad que debe prevalecer en las reglas del juego, hace probable de que se llegue al final de esta administración con pocos acuerdos bilaterales firmados y aprobados por los Congresos.

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