Perspectiva Bursamétrica

¿Sobrecalentamiento o desaceleración en Estados Unidos?

La economía estadounidense continúa en una sólida fase de expansión que puede ser la más larga de la historia.

El alza del dólar que observamos en las últimas dos semanas en el mercado internacional de divisas se vio también reflejado en el incremento de la tasa del bono del Tesoro a 10 años, que alcanzó niveles de 3.0 por ciento anual hace unos días. Ambos fenómenos son parte de lo mismo, la percepción de que la inflación en la economía americana está por incrementarse, lo que implicaría diversos y graves trastornos en la economía y los mercados globales, principalmente por un incremento más rápido en el costo del dinero.

¿Qué tan infundados o realistas son estos temores? Déjeme decirle tres cosas: La primera es que el ciclo de bonanza en Estados Unidos dura en promedio ocho años. El actual ciclo arrancó en el segundo semestre de 2009.

Por lo que estamos a punto de cumplir nueve años. ¿Qué tanto más puede seguir creciendo la economía más grande del mundo? ¿Por qué? La reducción de impuestos es el principal factor que permite que el ciclo de bonanza se prolongue.

En segundo lugar, tenemos que advertir que aún y cuando la Reserva Federal ha dejado de crear dólares desde 2014 y ha estado subiendo gradualmente su objetivo de la tasa de Fondos Federales, la brutal inyección de liquidez que concretó la Fed en la poscrisis no ha sido retirada aún; las recompras de Bonos del Tesoro que sustituyan a su vencimiento las posiciones que mantiene el Banco Central, están programadas para reducir el balance a un ritmo de apenas 10 mil millones de dólares al mes. Si a esta circunstancia de una política monetaria sumamente agresiva, le sumas una política fiscal muy agresiva, el riesgo de un sobrecalentamiento y de mayor inflación (de demanda) es muy elevado.

En tercer lugar, aun y cuando la tasa de desempleo se encuentra en mínimos históricos, la capacidad utilizada en la industria norteamericana está muy por debajo de (76 por ciento) del nivel que se podría considerar de pleno empleo. (arriba de 85 por ciento).

Al conocer el pasado viernes los datos de la primera estimación del PIB al primer trimestre del 2018, se tiene una doble impresión: a primera instancia, el crecimiento de 2.3 por ciento reportado, si bien se ubicó ligeramente por arriba del consenso esperado, está muy por debajo de 2.9 por ciento del cuarto trimestre de 2017. Hay quien lo interpretó como un enfriamiento de la actividad económica. De hecho la tasa de los bonos del Tesoro bajó hasta 2.95 por ciento. El gasto de consumo aumentó en sólo 1.1 por ciento; el más bajo desde 2013. La inflación subyacente implícita en el PIB se reporta en 2.5 por ciento anual. Un reporte adicional en materia laboral indica que los salarios en el sector privado aumentaron 2.9 por ciento la tasa más alta en una década.

Hasta aquí, tenemos una desaceleración con mayor inflación. Sin embargo, hay que considerar que con el cambio climático el primer trimestre de cada año se presenta como el trimestre más flojo de cada año.

La buena noticia se encuentra en los datos del gasto de inversión, que creció a 6.1 por ciento, el más elevado en los últimos tres años, empujado por un incremento de 12.3 por ciento en la inversión de edificación. La inversión de las empresas en maquinaria y equipo creció en 4.7 por ciento. El gasto de inversión es el principal motor de la economía, con lo que se puede anticipar un buen crecimiento para este (2.8 por ciento anual) y el siguiente año.

Por otra parte, el ingreso disponible de las familias está creciendo a 3.4 por ciento debido a la reducción de impuestos y la fuerte creación de empleo.

Nuestros pronósticos anticipan una recesión para 2020, al agotarse el efecto benéfico de la reducción de los impuestos en el gasto de inversión.

Con la información disponible hasta el momento podemos diagnosticar que la economía norteamericana continúa en una sólida fase de expansión que puede ser la más larga de la historia, que ya está presentando ciertas presiones salariales, que al mismo tiempo está sufriendo cierta debilidad en el consumo, por lo que no se ve todavía la aparición de una inflación de demanda. La fortaleza del gasto de inversión permite esperar que la actividad económica fuerte se mantendrá por lo menos hasta el año entrante.

Esto son buenas noticias para México y para nuestra economía exportadora.

Simplemente, la industria automotriz presentó un incremento en las exportaciones de automóviles de 16 por ciento anual para marzo; 90 por ciento para el mercado estadounidense.

Las probabilidades implícitas en los mercados de swaps de bonos del Tesoro sostienen que en la reunión del Comité de Mercado Abierto de mayo no habrá incrementos en la tasa de referencia de la Fed, al darse una probabilidad de 5.0 por ciento, pero sí un incremento de 25 puntos base parta la reunión de junio, con una probabilidad de 92 por ciento.

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