Fernando Curiel

Adiós Guadalupe

El columnista escribe sobre la doctora Guadalupe Curiel Defossé, su hermana.

Uno. Fuimos cuatro los hijos de la diseñadora y empresaria de modas Teresa Defossé, y el actor Fernando Curiel. Una hermana mayor, yo, otra hermana y, por último Guadalupe. Que volará alto.

Dos. Hermosa, inteligente, seductora, ambiciosa, quebranta el destino natural femenino, doméstico, subordinado, de los pueblos chicos. Sale a estudiar la Preparatoria, se inscribe en la Universidad y se hace historiadora.

Tres. Tempranamente ingresa al Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM (institución hoy en difícil trance, oscuro como varios del pasado). El IIB, custodio de dos de los pilares de la cultura patria, la Biblioteca y la Hemeroteca Nacionales. Detalle que escapó a Carlos Fuentes cuando, en tiempo foxianos (patéticos), reclamó la apertura de una Biblioteca Nacional.

Cuatro. Duradera es la carrera de Guadalupe en el IIB, del que llega a ser nombrada Directora por la Junta de Gobierno. Época que sus talentos tornan excepcional. Funcionaria innovadora, emprendedora con lo suyo de empresaria, ejecutiva.

Cinco. La historiadora, a su vez, profesa con éxito, cultiva líneas de investigación que fructificarán en el impulso de proyectos colectivos, seminarios, indispensables índices hemorográficos, el rescate lo mismo de Cantares Mexicanos (con la erudita y jovial guía de Miguel León Portilla) que del jesuita José Agustín Morfi (a la mano en la Biblioteca del Estudiante Universitario), la atención a la historia de Texas.

Seis. A la académica funcionaria, debemos la puesta en marcha (innovación de emprendedora), de un proyecto que ha permitido incentivar la pesquisa del pasado mexicano. Hablo de la digitalización de materiales impresos que abre, para su cómoda consulta telemática, el acervo periodístico del que el IIB es depositario.

Siete. Hasta dónde sé, digitalización semejante del acervo bibliográfico de la Biblioteca Nacional, se prevé para el futuro.

Ocho. La celebración, en Texas, de los primeros 500 años de la Ciudad de lSan Antonio, no olvidó incluirla en su programa de festejos, reconocimiento a los estudios tejanos de Curiel Defossé.

Nueve. Ligada por décadas a Ciencia y Desarrollo, la revista del CONACYT, en el número correspondiente a mayo-junio de este enrevesado 2018, se incluye un ensayo suyo, escrito con la colaboración de Miguel Ángel García Audelio: "La Biblioteca Nacional a 150 años de su fundación".

Diez. Repaso histórico por el que desfilan, en Nueva España, Juan Pablos y, en la Vieja España, Felipe V de Borbón, decretando que todo autor hispánico enviara un ejemplar de sus obra para integrar la Biblioteca Real. Asimismo la organización del acervo del Convento Grande de San Francisco (aquella inmensa fábrica que ocupaba buena parte de la calle de Plateros), frecuentado lo mismo por Morfi que por Alexander Von Humboldt, en su gira americana.

Once. Se registran, también, las iniciativas para una Biblioteca Pública, en el Colegio Mayor de Santa María de Todos los Santos, por parte de Carlos María de Bustamante; y en el Palacio Nacional, por parte de Tadeo Ortiz. De esta suerte, hasta que cobra vida la iniciativa de José María Lafragua, de crear una Biblioteca Nacional y Pública en la capital del país. Por lo que, para el logro del reservorio de la memoria bibliográfica mexicana, se estableció un "depósito legal".

Doce. Me permito recomendar ampliamente el artículo en cita. En el que sobresale la fotografía del espectacular recinto construido para albergar el Fondo Reservado o de Origen, que José Fernando Ramírez empezara a organizar hacia 1857.

Trece. Desenlace de un cáncer devastador, la doctora Guadalupe Curiel Defossé falleció la atardecida del 6 de septiembre. Murió, me permití apuntar, "Bajo protesta", combatiendo rabiosamente por vivir.

COLUMNAS ANTERIORES

Ciudad letrada expandida
La realización simbólica

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.