Opinión

Elecciones, 2018

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Uno. Una pieza teatral en formato de farsa, se denota por su desarreglo, chabacanería y carácter grotesco. No resulta en modo alguno descabellado justipreciar las elecciones de este 2018 de farsa, por desarreglada, chabacana y grotesca.

Dos. Desarreglada por la "sorpresa" de contar con candidatos (hablo de los tres principales), que ya lo eran. Uno por "dedazo", el del PRI; otro por "grilla" que algunos llaman canalla, el del PAN; el último, por compulsión, el de MORENA.

Tres. Desarreglada por el juego de máscaras. El PRI, con una de Sin Partido. El PAN con la del PRD. El PRD con la del PAN. MORENA, con la doble del PRI y del PRD y, a última hora, un resplandor evangélico.

Cuatro. Desarreglada por hablarse de pre-campañas cuando se trata, en puridad de verdad, de francas campañas. La de MORANA, marinada en el PRD, con una antigüedad de veinte años.

Cinco. Desarreglada, también, por la supuesta concesión de los partidos a candidaturas "independientes" (la de una ex panista, y la de un ex priista, las más probables).

Seis. Desarreglada, por último, debido a la simulación de dirigirse la publicidad electoral, en exclusiva, a los militantes, cuando la palabrería, en razón de los medios propagadores, radio y televisión, tienen un alcance urbi et orbi.

Siete. ¿O podría uno acudir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos? Ataques a la libertad de audición.

Ocho. Chabacana, por el contenido de los ofrecimientos, como si continuara la promoción de ""El Buen Fin". Remate, ofertas, "bargain", liquidación de existencias. Mate y remate a la corrupción. Becas a los mexicanos por el sólo hecho de su nacimiento. Perdón a los cárteles. Renacimiento del abracadabrante del campo.

Nueve. Chabacana por el contenido de los "spots", sean de los partidos, de los candidatos, del propio INE (que se salvó de inaugurar unas instalaciones envidia de los hoteles y casinos de Las Vegas).

Diez. ¿O no le parecen a los lectores de El Financiero, vil chabacanería, eso de hablar de corridito unas palabras en inglés y otras en francés como prueba de pertinencia ideológica? ¿O la de voces acarreadas, jóvenes y ya mayores, hombres y mujeres, gimiendo su amor a México? (sólo falta, en coro, "y retiemble en su centro la tierra").

Once. ¿O a Movimiento Naranja jugando el juego de "Juguemos a cantar", con cargo al presupuesto del INE, esto es del contribuyente?

Doce. Momento habrá, en el futuro, confío, en que se analizaran a fondo los excesos, las ofensas a la inteligencia a secas y a la democrática, los desfiguros en los que se incurren en la disputa sin
reglas por más de 3,000 cargos de elección popular, incluida la Presidencia de la Presidencia de la República.

Trece. Mientras tanto, los gatos a retozar.

Catorce. Lo grotesco deriva de la suma de desarreglo y chabacanería. Grosería, mal gusto.

Trece. ¿En estas condiciones es dable imaginar unas elecciones irreprochables, diáfano ejercicio de la eventualidad democrática, que alguien gane porque alguien pierde?

Catorce. No queda sino remitirse a las pruebas del mes de julio de 2018. Si es que las impugnaciones no desaparecen absorbidas en un hoyo negro, del tipo de las que ha hecho de la investigación de la Noche Nazi de Iguala (26/VIII/2014) un laberinto que, ahondándose, se
reproduce sin límite de continuidad.

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