Leer es poder

Con la misma vara

¿Quién les iba a decir que con todo y sus doctorados y maestrías terminarían de paleros del próximo gobierno? Cuestiona Ramírez.

Apodos, insultos, críticas fundadas e infundadas, chistes y memes, arrojaron Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores a Felipe Calderón, a Enrique Peña Nieto y a sus respectivas administraciones. Sorprende que los otrora agresivos y pendencieros se quejen de que les propinen el mismo trato.

"Con el juicio con que juzgaron, serán juzgados; y con la medida con la que midieron, serán medidos" (Mateo 7:2). El acre clima social en el que tan arduamente trabajaron parece que ahora se les revierte. Acusaron a los salientes de frívolos y derrochadores por aparecer en revistas del corazón, pero ahora que son ellos los que ocupan esos espacios se quejan de que los critiquen y que sean ellos los exhibidos.

El espectáculo de muchos de los "interpretes" de López Obrador en las redes es patético. Les llaman maromeros (por las piruetas retóricas que dan para justificar cualquier desfiguro del Presidente electo) o neosofistas (P. Majluf). ¿Quién les iba a decir que con todo y sus doctorados y maestrías terminarían de paleros del próximo gobierno?

Pero si estos maromeros mueven a risa, preocupa en cambio la delgada piel de quienes uno suponía curtidos en estas lides. Para la presidenta de Morena, las críticas las promueven "quienes pretenden generar mal querencias en contra de López Obrador". Se refirió en un tuit a una "guerra sucia" en contra del Presidente electo. Para la dirigente se trata de algo orquestado, dirigido, con el fin de manipular a la opinión pública. ¿Qué pruebas ofreció de su dicho la admiradora de las dictaduras de Castro y de Maduro? Ninguno por supuesto. Están utilizando los micrófonos que les da su posición para tratar de que las críticas a su movimiento parezcan fruto de una maquinación cuyo fin es… nadie lo sabe. ¿Debilitar su imagen? Esto es absurdo. Por más disminuida que esté su imagen, el control total del gobierno lo tendrán ellos. Para aplicar su aplanadora en el Congreso no necesitan la aprobación de las redes.

Polevnsky no lo hace por motu proprio, se trata de una línea del partido para intentar acallar a sus opositores, una línea que viene directa del propio Presidente electo, que detesta la crítica. Él da la orden, sus seguidores ejecutan y sus maromeros justifican. En Toluca, como si estuviera todavía en campaña, López Obrador, desencajado, volvió a sacar del armario su eslogan de la "mafia del poder", que tan buenos resultados le arrojó, pero ahora con un agregado: "Son las fuerzas retardatarias las que no quieren que haya cambio en México". ¿Dónde hemos escuchado eso de las "fuerzas retardatarias" y para qué fue empleada antes esa expresión? Luis Echeverría, modelo mental del próximo Presidente, puso a circular, durante los primeros meses –difíciles– de su gestión, la expresión "emisarios del pasado". Tras orquestar la matanza de estudiantes del 10 de junio de 1971, Echeverría acusó a los "emisarios del pasado" de ser los responsables de lo ocurrido. De ese modo se deshizo de Alfonso Martínez Domínguez y de todas aquellas personas que le estorbaban al comienzo de su presidencia. ¿Será esta la estrategia que están siguiendo? No la matanza, por supuesto, sino la invención de un chivo expiatorio para justificar los posibles fracasos y equivocaciones de su gobierno.

En un país donde el asesinato y desaparición de periodistas está a la orden del día, es sumamente irresponsable que López Obrador, del mismo modo que lo hace Trump, se dediquen a descalificar y a señalar a "la prensa fifí". Si algo les sucede a esos medios y a sus reporteros, el Presidente electo será el primer responsable. No puede jugar con fuego. Desde el poder no se pueden hacer esos señalamientos sin esperar que alguno de sus fieles quiera por propia iniciativa ajustar cuentas a los críticos. Se trata de una actitud a todas luces preocupante.

No son expresiones aisladas de López Obrador. Las descalificaciones a la prensa forman parte de una estrategia de amedrentamiento desde el poder. Jesús Ramírez, próximo responsable de la comunicación social del gobierno federal, afirmó en entrevista reciente que López Obrador no dejará de criticar y hacer señalamientos, muy a su estilo, a la prensa.

Si criticaron el dispendio, se criticarán las acciones de gobierno que rompan con los criterios autoimpuestos de austeridad. No se trata de un plan orquestado sino del natural empoderamiento de la sociedad.

¿No tiene el gobierno derecho a defenderse de sus críticos? Existe una absoluta asimetría entre el poder y un medio o un individuo. Esto es necesario que el nuevo gobierno lo entienda de inmediato. Tienen que endurecer la piel y ser en extremo tolerantes con la crítica que reciban. La crítica es un elemento esencial de la democracia. Al gobierno le corresponde escucharla y atender los reclamos cuando sean justos, y hacer las aclaraciones pertinentes, en tono respetuoso, cuando no lo sean. No les queda otra si quieren preservar la democracia gracias a la cual conquistaron el poder. No deben nunca olvidar que con la vara que midieron serán medidos.

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